Las bondades y popularidad de la HBO permiten que sus lanzamientos alcancen el mercado doméstico internacional incluso habiendo sido cancelados, como este magnífico serial de temporada única que ponía las bases de lo que podía haber sido un título referencial de la cadena.
LUCK de David Milch y Michael Mann: ***3/4
Resulta particularmente doloroso comprobar según se aproxima el espectador a los últimos episodios de la serie, como esta va adquiriendo robustez y los mimbres de un poderoso fresco humano revestido de los códigos del thriller mafioso. Pero lejos de suponer una más entre iguales, esta malograda apuesta contaba con dos nombres de talento asegurado como baluartes de su calidad. David Milch, creador y responsable global de la soberbia DEADWOOD es el primero de ellos, ofreciendo una escritura sólida, rica en matices para con sus personajes y absolutamente factible en cuanto a posibilidades dramáticas y vericuetos narrativos. Michael Mann es el otro, realizador de sobra conocido por joyas fílmicas de la década de los noventa como HEAT y EL DILEMA o más recientemente COLLATERAL. Si el segundo parecer haber perdido un tanto la mano firme en su cine últimamente, su unión al primero parece ayudar a crear una dupla creativa donde Mann recupera toda la potencia estética de su mejor catálogo al servicio de un libreto poderoso que además cuenta con la ventaja del desarrollo a larga distancia, que es por evidente donde sus últimos trabajos habían perdido fuerza; en la profundidad y densidad de sus personajes.
Con un sólido y curtido Dustin Hoffman a la cabeza, magníficamente secundado por Dennis Farina, el elenco actoral resulta convincente desde el primero hasta el último de ellos, recorriendo con la minuciosidad de escritura de Milch los recovecos que un sinfín de personajes con carisma y dobleces nos muestran en todos los estratos y niveles de participación dentro del ecosistema del hipódromo que orbitan. Poco o nada interesante, a tenor de las anteriores palabras, podrían tildar algunos el devenir de la serie -yo reconozco haber pensado justo así- al enmarcarla dentro de un mundo tan específico y poco conocido para la mayoría (supongo) como es de las carreras de caballos y las apuestas a su alrededor. Sin embargo, el talento y alcance de los creadores de LUCK consigue atrapar al espectador demandante de nuevas experiencias y curiosidad por ámbitos desconocidos con inusual poderío, tanto en su magnético envoltorio visual; puro Mann, como la estratificada dosificación narrativa de Milch.
Lo dicho, una feliz suma de lo mejor de ambas partes que da por resultado nueve episodios magníficos, quizá algo densos y apelmazados en su primer tercio pese a su soberbio piloto, que pronto solidifican su ambiciosa estructura con la vista puesta en el futuro de más temporadas que lamentablemente nunca llegarán. Debido a varios accidentes con los animales durante el rodaje, sus responsables tomaron la decisión de clausurar un show magnífico que podría haber regalado muchos más momentos de la enorme calidad televisiva que al menos podemos disfrutar aquí.
Con un sólido y curtido Dustin Hoffman a la cabeza, magníficamente secundado por Dennis Farina, el elenco actoral resulta convincente desde el primero hasta el último de ellos, recorriendo con la minuciosidad de escritura de Milch los recovecos que un sinfín de personajes con carisma y dobleces nos muestran en todos los estratos y niveles de participación dentro del ecosistema del hipódromo que orbitan. Poco o nada interesante, a tenor de las anteriores palabras, podrían tildar algunos el devenir de la serie -yo reconozco haber pensado justo así- al enmarcarla dentro de un mundo tan específico y poco conocido para la mayoría (supongo) como es de las carreras de caballos y las apuestas a su alrededor. Sin embargo, el talento y alcance de los creadores de LUCK consigue atrapar al espectador demandante de nuevas experiencias y curiosidad por ámbitos desconocidos con inusual poderío, tanto en su magnético envoltorio visual; puro Mann, como la estratificada dosificación narrativa de Milch.
Lo dicho, una feliz suma de lo mejor de ambas partes que da por resultado nueve episodios magníficos, quizá algo densos y apelmazados en su primer tercio pese a su soberbio piloto, que pronto solidifican su ambiciosa estructura con la vista puesta en el futuro de más temporadas que lamentablemente nunca llegarán. Debido a varios accidentes con los animales durante el rodaje, sus responsables tomaron la decisión de clausurar un show magnífico que podría haber regalado muchos más momentos de la enorme calidad televisiva que al menos podemos disfrutar aquí.
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