Hoy reseña/crítica/comentario de LOS MUERTOS VIVIENTES 17. La popular saga zombie en viñetas continúa y alcanza en este tomo el número 100 de la colección, rebasándolo sin signos de flaqueza o problemas de continuidad. El alargamiento de las últimas peripecias de Rick y los suyos permanece indemne pese a la sensación global de pérdida de intensidad y sorpresa en la trama.
LOS MUERTOS VIVIENTES 17 de Robert Kirkman y Charlie Adlard: ***
La idea originaria de su creador se mantiene perenne si atendemos a las expectativas que Kirkman despliega sobre su evolución; seguir el recorrido de Rick todo lo que se pueda y hasta donde se pueda. Fiel a este principio anunciado en su número uno, la saga alcanza el centenar de entregas como un agotado corredor de fondo; todavía en movimiento y capaz, aparentemente, de continuar de modo indefinido pero exhausto hasta la médula en cada uno de sus pasos. La capacidad del guionista para soportar en la cresta de una ola de cada vez menor altura resulta encomiable, pero su catálogo de matices sobre el ser humano en peligro y en perpetuo estado de supervivencia y amenaza comienza no solo a flaquear, sino a bordear peligrosamente las lindes autoreferenciales de pasadas amenazas de gran popularidad y éxito en el serial como fueron los estragos del Gobernador. En este sentido el desafío que se le plantea a Kirkman es de modo indudable de peso, pues solo puede acometer dos soluciones satisfactorias: la sorpresa con algún inesperado as en la manga o la claudicación a un cierre a la altura de las circunstancias y la distancia recorrida. También existe obviamente un tercer camino, que no es otro que la muerte de LOS MUERTOS VIVIENTES por agotamiento y abandono paulatino de sus seguidores (muerte por éxito que diría mi buen amigo Rubiales), opción a la que Charlie Adlard parece querer colaborar con una aportación a los lápices plagada de inconsistencias, repeticiones y lugares comunes. Una desgana que se deja entrever más en el dibujo que en el guión, pero que acabará alcanzando al más acérrimo de los seguidores si la cosa sigue igual. Veremos.
Aún así, le metes tres estrellas. Yo voy por el 49 (recién cerrado el ciclo del Gobernador)y ya da la sensación de ser una serie que se puede alargar y alargar. De hecho, creo que el propio Kirkman insiste en la ausencia de final premeditado, abriéndose la puerta en un extraño movimiento de autocomplacencia a continuar hasta que el público diga basta. En fin, seguiré hasta la centena. Saludos.
ResponderEliminarHola Ca, pues sí, podría parecer contradictorio, pero lo cierto es que la calidad media del tebeo es buena, con algunos momentos estupendos.
ResponderEliminarLa cuestión es que en la reseña/comentario me centro en los aspectos más negativos que vienen siendo los que se intensifican con sucesivas entregas de la serie, pero eso no quita que la creación haya perdido sus señas de identidad y mantenga un nivel de calidad elevado respecto a lo que ofrece, simplemente no sorprende como antes.
Su ágil narrativa, coherente desarrollo de personajes, sostenida intriga o solvente construcción permanecen ahí, solo que no lo repito en cada número para no ser reiterativo, porque lo cierto es que lo que va lastrando el serial es su incapacidad para salir de un bucle de comodidad y saber hacer que en absoluto resultan denunciables como factores negativos.
Como cualquier obra a larga distancia el estancamiento perjudica, pero es cuestión de cada lector decidir hasta donde está dispuesto a llegar. Kirkman parece no cansarse y la fórmula funciona. Más allá de tales consideraciones yo le sigo dando mi voto de confianza. Por ahora.
Saludos en parelelo.