Se edita al fin LAS DOS VIDAS DE AUDREY ROSE, una de las últimas joyas por ver la luz de forma oficial de un compositor que llevo años reivindicando como uno de los más serios y esforzados artesanos de la banda sonora americana de los 70 y 80. Excusa perfecta para recuperar en varias entregas las reseñas de sus obras más destacadas.
MARATHON MAN: ****
Si a un solo título hubiésemos de circunscribir obligatoriamente la presencia del estupendo y malogrado Michael Small en el panorama hollywoodiense de los setenta y gran parte de (sino toda) su carrera posterior, ese sería sin duda alguna MARATHON MAN. La memorable cinta de John Schlesinger, aupó al músico a un puesto de honor dentro de su profesión como colaborador fetiche para largometrajes conspirativos, thrillers y películas de suspense de variada procedencia y aporta a esta cinta elegancia, aplomo sin estridencias, contención y efectividad a partes iguales. Abre la composición con un tema central misterioso, melancólico, cíclico y sostenido; "Main Title", con el que identificar lo que se le viene encima al protagonista involuntario de una historia que se tornará en una pesadilla. Este sencillo motivo de cuatro notas servirá para construir un hermoso tema de amor en "Love Scene", que pasará a convertirse con su desarrollo en un mini concierto para piano, siendo la pista inmediatamente posterior a esta, "The Letter" una versión más pausada y delicada del mismo.
El suspense sostenido, construido como un abigarrado desasosiego in crescendo se ejecutará de forma milimétrica en pasajes como "Bellman and Pram", "Resemble Diamonds/Fountain Appointment" o "Bathroom Terror", mientras la tensión se acrecienta con chispazos de puro horror en "Scylla Stabbed", con una escalofriante polifonía para metal y cuerda, o "Betrayal/Drilling Horror" con un estallido de violencia percusiva y chirriantes metales. Tampoco el diestro manejo de la acción se le escapa a Small, creando en "False Rescue", "Escape" y "Chase Pt I & II", abruptos y cortantes segmentos rítmicos, de una sequedad y contundencia indiscutibles. El compositor alterna lastimosas variaciones del tema central, "House on the Hill/Approaching Showdown", con intensas pistas como "The Recognition" y "Szell Escapes", que ejercen de preludio al estallido de violencia final de "Diamonds of Death", dando paso a una rendición apesadumbrada y trágica del tema central en los "End Credits". Se cierra así una partitura exquisita, que pese a su algo áspera audición íntegra, deviene en un manual de composición para el género y en ejemplo de magisterio a la hora de hacer evolucionar el material motívico y la dosificación de la intensidad dramática sonora.
COMES A HORSEMAN: ***1/2
Durante la misma época en la que Small vivía su periodo de auge profesional, el magnífico director Alan J. Pakula, había alcanzado, gracias al verismo y sequedad de su puesta en escena, un respetado estatus dentro de la industria hollywoodense gracias a su trilogía de la conspiración y la paranoia imbuida por la sombra de Vietnam, con KLUTE, EL ÚLTIMO TESTIGO y TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE. Michael Small le había acompañado en los dos primeros títulos, más versados en historias intimistas, de suspense y sin la gran escala paisajista que habitualmente luce por defecto un western. De este modo LLEGA UN JINETE LIBRE Y SALVAJE supone una aproximación atípica al género, a medio camino entre el tono crepuscular de WILD ROVERS y el revisionismo colorista de SILVERADO. El compositor no puede sino aproximarse a la historia (el clásico enfrentamiento entre ganaderos), con la mayor honestidad y firmeza posible, empleando para ello un lenguaje puramente americano, basado en el folk y la orquestación coplandesca de, nada menos, Jack Hayes.
El resultado es un trabajo sólido, que se mueve por los cánones del género con soltura y elegancia, desde su lírico inicio con un animoso tema central de tintes melancólicos para guitarra y armónica en "Theme from Comes a Horseman - Main Title", hasta los pasajes más vivarachos y rítmicos para plena orquesta de "Ramuda" o "Roping". El romanticismo continúa en pistas como "The Funeral" o la bellísima balada dedicada a la protagonista en "Stargazer" (con el piano como voz principal) y su continuación en "Ella at Eventide", donde el segundo bloque "Round up" culmina la mejor pieza aventurera mientras el contraste violento a la delicadeza de cortes como "Farewell to Dodger" o "Windmill" (un hermoso momento para doliente chelo y armónica), viene dado en los instantes que presagian el duelo, como el agresivo "Ewin Sets Fire". La resolución de la trama se abrazará directamente a Bernstein con la rítmica percusiva de "Shoot Out and Embers", que se cierra poéticamente con una cita del tema de Ella. El sentido "Finale", con una variación para orquesta del tema central, sirve de epílogo y da paso a los créditos finales de la cinta en la versión original concebida por Small, un recorrido pletórico por los momentos más destacados de este fantástico score.