Resulta realmente interesante acercarse a esta soberbia temporada única atendiendo a (y visionando por supuesto) su homólogo y complemento temático televisivo HOMELAND, el cual ha cosechado todo el éxito y reconocimiento que esta apuesta cancelada merecía igual, si no más.
RUBICON de Jason Horwitch: ****
Ambas series como reflejo de su tiempo ponen sobre la mesa las cartas de la paranoia y el miedo al terrorismo post 11-S, presentando un peligroso juego de ambiguedades en el que RUBICON decide apostar con tanto riesgo como convicción sobre unos naipes menos complacientes para con la conciencia americana todavía tocada en su línea de flotación nacional por el fracaso organizativo y defensivo que supuso dicho ataque. Se atreve por lo tanto a buscar y señalar con el dedo los enemigos del estado nacionales, en un acto de valentía y arrojo que puede haber supuesto una de las claves de su no continuidad. En cualquier caso y en lo que atañe a sus aspectos técnicos y artísticos la serie rezuma sobriedad y clasicismo, una puesta en escena eficaz y precisa sobre un material denso y complejo, una tela de araña construída sobre unas bases narrativas peligrosamente limítrofes con un cubo de rubik o un ajedrez audiovisual (desafiantes juegos para la mente cuyas únicas formas de abordarlos son la paciencia, la memoria, la constancia), encontrándonos en su tercio final con un magistral movimiento en el que todas las piezas presentadas previamente se alinean para dar perspectiva a una de las tramas conspirativas más apasionantes, poderosas y atrevidas de la televisión contemporánea.
Es, por lo tanto, en su elaborado y exigente guión donde reside toda la fuerza motriz de RUBICON, un lujo de construcción por etapas y niveles de desarrollo, tanto de personajes como de acumulación de las tramas y misterios (apenas hay acción física). Las referencias temáticas y audiovisuales son evidentes, las encontramos en los grandes thrillers cinematográficos de los 70 de Alan J. Pakula, Sidney Pollack o John Schlesinger, como TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE, LOS 3 DÍAS DEL CONDOR, KLUTE, EL ULTIMO TESTIGO, MARATHON MAN o más cercanas en el tiempo las aportaciones de Peter Hyams con LOS JUECES DE LA LEY y TESTIGO ACCIDENTAL. La excelente fotografía obra de Michael Slovis y Peter Reniers cita las geniales composiciones visuales de Conrad Hall y la estupenda música de tono minimalista de Peter Nashel se ajusta con elegancia a las imágenes sugiriendo misterio, drama o urgencia con buen gusto y un acabado más que correcto.
Asímismo el plantel actoral destaca por su sobriedad y contención, pero donde estas virtudes ayudan a darle coherencia y serenidad al conjunto, al rol protagonista del ajustado James Badge Dale le falta algo de carisma, se queda lejos de llenar la pantalla con su presencia. Y no es por falta de posibilidades dramáticas, sino por unas hechuras actorales que dos nombres secundarios demuestran poseer de sobra y con ello robarle la escena en cada una de sus apariciones al personaje central. Estos son Arliss Howard y Michael Cristopher, el primero por su enorme creación entre ambigua y misteriosa, el segundo (que se hacía el hombre mordisqueando sus gafas en LA JUNGLA 3) por personificar la ambición sin excrúpulos de modo taimado, educado y elegante. No se quedan lejos de estos el buen puñado de secundarios que son el equipo de trabajo de Will, nuestro demiurgo en la trama, aportando matices y profundidad a unos personajes secundarios que habrían dado muchísimo de sí. Lo dicho, una lástima de cancelación que no debe empujar a la renuncia de un visionado atento a este magnífica serie. Se quedarán con ganas de más, sí, pero disfrutarán de lo lindo si atienden a las referencias citadas y comparten los gustos de este escribiente.
Es, por lo tanto, en su elaborado y exigente guión donde reside toda la fuerza motriz de RUBICON, un lujo de construcción por etapas y niveles de desarrollo, tanto de personajes como de acumulación de las tramas y misterios (apenas hay acción física). Las referencias temáticas y audiovisuales son evidentes, las encontramos en los grandes thrillers cinematográficos de los 70 de Alan J. Pakula, Sidney Pollack o John Schlesinger, como TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE, LOS 3 DÍAS DEL CONDOR, KLUTE, EL ULTIMO TESTIGO, MARATHON MAN o más cercanas en el tiempo las aportaciones de Peter Hyams con LOS JUECES DE LA LEY y TESTIGO ACCIDENTAL. La excelente fotografía obra de Michael Slovis y Peter Reniers cita las geniales composiciones visuales de Conrad Hall y la estupenda música de tono minimalista de Peter Nashel se ajusta con elegancia a las imágenes sugiriendo misterio, drama o urgencia con buen gusto y un acabado más que correcto.
Asímismo el plantel actoral destaca por su sobriedad y contención, pero donde estas virtudes ayudan a darle coherencia y serenidad al conjunto, al rol protagonista del ajustado James Badge Dale le falta algo de carisma, se queda lejos de llenar la pantalla con su presencia. Y no es por falta de posibilidades dramáticas, sino por unas hechuras actorales que dos nombres secundarios demuestran poseer de sobra y con ello robarle la escena en cada una de sus apariciones al personaje central. Estos son Arliss Howard y Michael Cristopher, el primero por su enorme creación entre ambigua y misteriosa, el segundo (que se hacía el hombre mordisqueando sus gafas en LA JUNGLA 3) por personificar la ambición sin excrúpulos de modo taimado, educado y elegante. No se quedan lejos de estos el buen puñado de secundarios que son el equipo de trabajo de Will, nuestro demiurgo en la trama, aportando matices y profundidad a unos personajes secundarios que habrían dado muchísimo de sí. Lo dicho, una lástima de cancelación que no debe empujar a la renuncia de un visionado atento a este magnífica serie. Se quedarán con ganas de más, sí, pero disfrutarán de lo lindo si atienden a las referencias citadas y comparten los gustos de este escribiente.
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