Hoy reseña/crítica/comentario de SOCIEDAD LIMITADÍSIMA. Comienzo con el repaso a toda la obra previa y/o paralela de Santiago Valenzuela a su saga río dedicada al Capitán Torrezno. Hoy sus desternillantes comienzos con una recopilación de historias cortas.
SOCIEDAD LIMITADÍSIMA de Santiago Valenzuela: ***1/2
Resulta refrescante y admirable descubrir en trabajos iniciáticos de un autor tan personal y codificado como es Valenzuela, todo el caldo de cultivo de sus posteriores desmadres filosófico-épicos. Ese afilado cinismo, vitriólico sentido del humor y arrolladora capacidad narrativa que alcanzará cotas estratosféricas en los últimos libros del Capitán Torrezno, encuentran ya en sus primeras historietas y pequeños relatos aquí reunidos toda la mala leche y diversión que vendrán después, servida eso sí de un modo más concentrado y puede que algo deshilvanado por aquello de aglutinar episodios varios previos con un posterior hilo conductor. No obstante si la pureza del relato parece resentirse en conjunto, aisladamente cada pequeño capítulo resulta rematadamente bueno, presentándose en cada uno algún momento genial o de carcajada limpia con dos desharrapados cara duras protagonistas como son Germán Villaespesa y Leandro, su hamster de presa, iniciáticos miembros de la troupe valenzuelista, que a lo largo de estas páginas veremos crecer y hacer apariciones especiales a muchos de los que luego poblarán las páginas de la saga torrezna o EL LADO AMARGO, destacando a la caterva de los retornados ultramarinos o al mismísmo Capitán.
Destacan entre las historias del currículum de la pareja detestivesca "Todos mienten" por divertida, "El caso del collarín" por anunciar la desbordante imaginación creadora de micro-mundos de Valenzuela, así como las -descacharrantes- biografías de ambos protagonistas por surrealistas. Artísticamente despunta "El último viaje de Köenig" por su uso del color y atrevida composición, normalmente más esquemática y tradicional en el resto del volumen. Más forzada se nota la introducción de "Roque" y "Más dura será la caída", algo de lo que el mismo autor se cachondea a gusto acto seguido a dichos relatos, culminando la recopilación con un homenaje paródico al referente comiquero por el que pasa su personalísimo filtro autoral y da por resultado este tronchante tebeo; Mortadelo y Filemón.
Editado con sobriedad en rústica con solapas por Ariadna Editorial, este trabajo supone el primer pilar maestro de uno de los imaginarios visuales y conceptuales más fascinantes, bastos, complejos y ácidos del cómic nacional contemporáneo. Si gustan de un humor caústico, irónico hasta cotas olímpicas y capaz de no dejar títere con cabeza sobre cualquier tema sobre el que planee (amén de un dibujo caricaturesco intrasferible, abigarrado y feista pero terriblemente adictivo y de una narrativa impecable), no lo duden y den el primer paso hacia el universo de Santiago Valenzuela. Yo lo hice y maldita la hora, pues ya soy un fanático impenitente hasta los restos.
Destacan entre las historias del currículum de la pareja detestivesca "Todos mienten" por divertida, "El caso del collarín" por anunciar la desbordante imaginación creadora de micro-mundos de Valenzuela, así como las -descacharrantes- biografías de ambos protagonistas por surrealistas. Artísticamente despunta "El último viaje de Köenig" por su uso del color y atrevida composición, normalmente más esquemática y tradicional en el resto del volumen. Más forzada se nota la introducción de "Roque" y "Más dura será la caída", algo de lo que el mismo autor se cachondea a gusto acto seguido a dichos relatos, culminando la recopilación con un homenaje paródico al referente comiquero por el que pasa su personalísimo filtro autoral y da por resultado este tronchante tebeo; Mortadelo y Filemón.
Editado con sobriedad en rústica con solapas por Ariadna Editorial, este trabajo supone el primer pilar maestro de uno de los imaginarios visuales y conceptuales más fascinantes, bastos, complejos y ácidos del cómic nacional contemporáneo. Si gustan de un humor caústico, irónico hasta cotas olímpicas y capaz de no dejar títere con cabeza sobre cualquier tema sobre el que planee (amén de un dibujo caricaturesco intrasferible, abigarrado y feista pero terriblemente adictivo y de una narrativa impecable), no lo duden y den el primer paso hacia el universo de Santiago Valenzuela. Yo lo hice y maldita la hora, pues ya soy un fanático impenitente hasta los restos.
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