Hoy reseña/crítica/comentario de NIETOS DEL ROCK´N´ROLL, nueva aportación al universo Valenzuelista con el, hasta la fecha, único trabajo del creador de Capitán Torrezno en el que delega funciones pictóricas y se sale por la tangente de su particular universo temático y conceptual.
NIETOS DEL ROCK´N´ROLL de Santiago V. y David Ortega: ***
Parece fácil adivinar por la nota adjudicada y la sensación global de obra ajena al devenir de la carrera artística de Valenzuela que el resultado de este trabajo se considere menor en la peor acepción del término. Si bien es cierto que la pulcritud narrativa, tratamiento de personajes y tono humorístico del autor son equivalentes a los de cualquier trabajo global suyo, también se nota aquí que el verse centrado y encorsetado en un único frente de combate, en este caso el mundo de la música, le resta resonancia y amplitud al devenir de una trama más uniforme y lineal de lo habitual en su pluma. De este modo el inconfundible protagonista de este cómic, el repeluznante niño Vicente (literal), ve como el mundo real no atiende a su superioridad moral e intelectual, decidiendo desde ese mismo instante coger el atajo del reconocimiento artístico para verse abocado al éxito popular de las canciones del verano como medio -fallido- de intentar culminar sus aspiraciones emocionales.
Intercalando textos de canciones míticas, otras menos estimables aunque quizás más conocidas, todas ellas muy oportunas y citando multitud de referencias musicales, NIETOS DEL ROCK´N´ROLL deviene en una diana de dardos envenedados contra los cimientos de una industria implacable y fagocitadora tanto de hijos ilegítimos como de talentos reales transformados en peleles de portada de disco anual y anuncios de televisión. No resulta dificil ubicar tanto la cresta de Vicente en sus inicios como los rizos de su decadente éxito. Valenzuela se despacha a gusto con la apisonadora sin alma en perpetua búsqueda de beneficios y de fachada respetable que es la industria de la música moderna, consiguiendo por el camino una diversión reconocible en cuanto a estilemas autorales propios de escarnio social, pero quedando algo menos brillante en el computo global del trabajo, ya sea por falta de espacio para mayor desarrollo o mera aceptación de los mimbres de menor escala con los que trabaja en esta ocasión.
El dibujo de David Ortega, en buena parte deudor de las líneas maestras del creador del Capitán Torrezno, aporta un tono caricaturesco más liviano y menos elaborado y personal que el suyo, pero mantiene una narrativa y claridad expositiva efectiva que sostiene con buenas formas el armazón del relato humorístico y satírico que ilustra. La edición por parte de Ponent en agradable bitono variable y formato álbum en rústica puede pecar de precio elevado, pero el admirador del trabajo de Valenzuela (o el lector que quiera iniciarse en su obra con el peldaño menos pronunciado de su catálogo) encontrará en el mismo suficientes elementos de interés y disfrute como para adquirirlo.
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