Hoy
reseña/comentario/crítica de LIMBO SIN FIN de
Santiago Valenzuela, volumen tercero de la saga LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN
TORREZNO.
LIMBO SIN FIN de Santiago Valenzuela: ****
Resulta maravilloso avanzar en la
lectura de esta serie, no solo por sus elementos más atractivos y
coincidentes para con mis gustos personales, sino por la capacidad de
asombro y sorpresa que genera cada nuevo tomo respecto al anterior. La reinvención de los parámetros de la saga y la dosificación de la información en las Aventuras del Capitán Torrezno alcanza en este tercer volumen una brillantez así como una expectación inauditas. Su constante desarrollo situacional y la alternancia de capas, subtramas y niveles de diferente índole temática a través de la reflexión sobre la religión, los sistemas de gobierno o los conflictos bélicos de ecos medievales resultan de una contundencia y una frescura avasalladora. En este sentido el descubrimiento de que la tierra de Deeneim está siendo observada por otros ojos aparte de los de su, a priori, creador Jose Hilario, otorga un nuevo plano de complejidad a una trama que no se deja achantar por dicho embite como creación progresivamente más poliédrica y alambicada de lo que pudiésemos imaginar al comenzarla. Una ambición narrativa considerable que puede llegar a resultar preocupante en caso de perderse en próximas camisas de once varas.
En cualquier caso la lectura de este tercer volumen no es sino la confirmación del talento único de Santiago Valenzuela, capaz de aunar en lo que se instaura ya como una monumental saga-río, tanto el tebeo de autor de inquietudes artísticas (su personal e inconfundible trazo se antoja indivisible en las aventuras de Torrezno) como la reflexión filosófica, a través de una hiperbólica imagen a través del extraño espejo que nos propone, sobre el ser humano y sus idiosincrasias más particulares -las madrileñas- y generales -su alma- sin apenas ser conscientes de la proeza. Algo realmente asombroso.
En cualquier caso la lectura de este tercer volumen no es sino la confirmación del talento único de Santiago Valenzuela, capaz de aunar en lo que se instaura ya como una monumental saga-río, tanto el tebeo de autor de inquietudes artísticas (su personal e inconfundible trazo se antoja indivisible en las aventuras de Torrezno) como la reflexión filosófica, a través de una hiperbólica imagen a través del extraño espejo que nos propone, sobre el ser humano y sus idiosincrasias más particulares -las madrileñas- y generales -su alma- sin apenas ser conscientes de la proeza. Algo realmente asombroso.
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