Hoy reseña/crítica/comentario de HOUSE OF CARDS. Avalada por nombres de la envergadura de David Fincher, Kevin Spacey, o Carl Franklin, esta propuesta catódica americana se alza como uno de los títulos más desafiantes del panorama televisivo actual. Sin llegar a alcanzar -todavía- el nivel de las grandes, consigue superar con nota su primer tramo.
HOUSE OF CARDS TEMPORADA 1 de Andrew Davies: ***1/2
No solo entronca con un un género jugoso y lleno de posibilidades dentro de la televisión moderna como es la política-ficción, sino que intenta lanzar un mensaje de atención importante a una generación que vive, pese a los puntuales desplantes indignados, una abulia global alarmante en cuanto a su capacidad de discernimiento sobre el control y la mentira estatal de los gobiernos en general. Esta presente consideración de confiada estulticia galopante por parte del electorado al que solo se le reclama su sumisa participación cuatrianual con dos únicas opciones concurrentes en sus lucrativas aspiraciones oligárquicas, deviene en la reciente recuperación por parte de un grupo de artistas inquietos y contestararios de esa admirable vena política setentera del cine americano, donde la denuncia y la focalización de las ambiciones y corruptelas dentro de los gobiernos ofrecían brillantes y conseguidos retratos de la sociedad coetánea. Nombres como Alan J. Pakula, John Frankenheimer y Sidney Pollack encuentran ahora homólogos en David Fincher, Aaron Sorkin o David Simon y la gran pantalla cede terreno a la pequeña para propuestas como THE WIRE, TREME, RUBICON, THE NEWSROOM o esta HOUSE OF CARDS que nos ocupa. Y es algo que hay que apoyar y agradecer.
De este modo y aunque este título sea probablemente el menos notable de todos los mencionados también es acreedor de todo el potencial y soporte necesarios para alcanzar una media de calidad más que elevada desde la que lanzar sus dardos envenenados contra el sistema. Rompiendo la cuarta pared, Francis Underwood (sobrio y mordaz Kevin Spacey) senador demócrata recién coronado como uno de los facilitadores del triunfo del canditato de su partido, nos cuenta a los espectadores como ve truncadas sus aspiraciones de acceder al cargo deseado antes incluso de tener opción a ello. Desde ese momento iniciará una carrera de obstáculos guiada por su sed de poder a cualquier precio, mostrando por el camino como todas las personas a su alrededor se convierten en fichas de su compleja partida de ajedrez político. Desde su inicialmente despiadada y fría esposa, comparsa ideal de sus sibilinas acciones (cada vez más bella y penetrante en su madurez Robin Wright), pasando por una periodista inquieta y ambiciosa (correcta Kate Mara) hasta secundarios de peso como Gerald McRaney o Michael Kelly.
Un sólido entramado de suspense y drama con pizcas de humor, firmado por David Fincher en su piloto e inmediata continuación y seguido por la aportación de realizadores de la talla de Joel Schumacher o James Foley. Con una producción impecable, excelente fotografía de Eigil Bryld, correcta música del especialista Jeff Beal y suficiente empuje como para logar la renovación de segunda vuelta con solo su primer episodio, esta primera temporada de HOUSE OF CARDS versión americana contemporánea (ya existía una adaptación británica previa del relato), consigue alumbrar un título a seguir en la parrilla catódica, pese a que su productora Netflix apueste por la descarga simultánea en streaming de sus trece capítulos a la vez. Una propuesta interesante que esperemos tenga continuidad y expansión como modelo para otras mentes inquietas.
De este modo y aunque este título sea probablemente el menos notable de todos los mencionados también es acreedor de todo el potencial y soporte necesarios para alcanzar una media de calidad más que elevada desde la que lanzar sus dardos envenenados contra el sistema. Rompiendo la cuarta pared, Francis Underwood (sobrio y mordaz Kevin Spacey) senador demócrata recién coronado como uno de los facilitadores del triunfo del canditato de su partido, nos cuenta a los espectadores como ve truncadas sus aspiraciones de acceder al cargo deseado antes incluso de tener opción a ello. Desde ese momento iniciará una carrera de obstáculos guiada por su sed de poder a cualquier precio, mostrando por el camino como todas las personas a su alrededor se convierten en fichas de su compleja partida de ajedrez político. Desde su inicialmente despiadada y fría esposa, comparsa ideal de sus sibilinas acciones (cada vez más bella y penetrante en su madurez Robin Wright), pasando por una periodista inquieta y ambiciosa (correcta Kate Mara) hasta secundarios de peso como Gerald McRaney o Michael Kelly.
Un sólido entramado de suspense y drama con pizcas de humor, firmado por David Fincher en su piloto e inmediata continuación y seguido por la aportación de realizadores de la talla de Joel Schumacher o James Foley. Con una producción impecable, excelente fotografía de Eigil Bryld, correcta música del especialista Jeff Beal y suficiente empuje como para logar la renovación de segunda vuelta con solo su primer episodio, esta primera temporada de HOUSE OF CARDS versión americana contemporánea (ya existía una adaptación británica previa del relato), consigue alumbrar un título a seguir en la parrilla catódica, pese a que su productora Netflix apueste por la descarga simultánea en streaming de sus trece capítulos a la vez. Una propuesta interesante que esperemos tenga continuidad y expansión como modelo para otras mentes inquietas.
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