Hoy reseña/crítica/comentario de LA CASA DONDE SUEÑAN LOS ÁRBOLES y LA ÚLTIMA PARTIDA. La desaparición de este importante autor belga del panorama europeo el pasado mes de Marzo me obliga a recuperar algunos de sus trabajos más destacados, incluyendo en este segundo bloque el último que vio la luz en nuestro país, a la postre uno de los mejores para el que suscribe.
DIETER COMÈS: LA VIDA, LA MUERTE Y LA FANTASÍA RURAL BELGA (II)
Añadiendo a sus habituales elementos temáticos, como el costumbrismo mágico y la naturaleza la reflexión sobre la muerte, la herencia cultural o el conflicto bélico, el autor sostiene con el repaso de las obras aquí comentadas (añadiendo alguna adicional consumida algo más a vuela pluma) una coherencia y desarrollo personal en su trabajo dignos del más alto elogio. Estilo, personalidad, esencia pictórica y narrativa. Todos los talentos que un artista que ostente la valentía de tildarse a sí mismo como tal debería poseer. Comès los poseía todos.
Otra destacable aportación de Comès en el terreno de la fantasía costumbrista en la que los tintes sobrenaturales adquieren una mayor presencia respecto a sus otros relatos comentados. Fábula de venganza naturista (literalmente la naturaleza se venga de los humanos que pueblan o visitan uno de sus últimos reductos en la habitual tierra del autor), la evolución del relato, bajo la habitual brillantez de su trazo y habilidosa narrativa, flaquea ligeramente a la hora de construir con solidez unos caracteres un tanto difuminados y arbitrarios que se mueven empujados por unas circunstancias fantásticas atractivas que no acaban de ser convincentes.
LA ÚLTIMA PARTIDA: ****
Quizás la que sea la obra más madura y compleja del autor belga -por mí conocida- parezca adentrarse en terrenos menos familiares que los visitados en todos los títulos previos citados, pero la esencia del relato así como su marco físico y temporal vuelven a entregarnos al Comès más idiosincrático y puro. Solo que esta vez adquiere un tinte más funesto y mordaz en el diálogo que se establece entre un soldado y tres fantasmas que ocupan su trinchera. Su blanco y negro es exquisito, de una maestría técnica superlativa y la creación de tensión, humor, cinismo o reflexión vital dentro de su pesimista discurso invita a sucesivas relecturas y admiración continua.
Quizás la que sea la obra más madura y compleja del autor belga -por mí conocida- parezca adentrarse en terrenos menos familiares que los visitados en todos los títulos previos citados, pero la esencia del relato así como su marco físico y temporal vuelven a entregarnos al Comès más idiosincrático y puro. Solo que esta vez adquiere un tinte más funesto y mordaz en el diálogo que se establece entre un soldado y tres fantasmas que ocupan su trinchera. Su blanco y negro es exquisito, de una maestría técnica superlativa y la creación de tensión, humor, cinismo o reflexión vital dentro de su pesimista discurso invita a sucesivas relecturas y admiración continua.
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