He seguido a Hank Muddy desde su primera aparición en la pequeña pantalla. Sea por simpatía hacia su actor principal, sea por lo irreverente del planteamiento de la serie, sea por lo que sea. Este cuarto segmento deja una sensación agridulce.
CALIFORNICATION TEMPORADA 4 de Tom Kapinos: **1/2
La serie arrancó de modo divertido, sarcástico e irónico, presentando a un personaje central carismático (David Duchovny en un papel a su medida), novelista de éxito con adicción al fracaso personal rodeado de geniales secundarios. La segunda temporada ahondaba en los éxitos y meteduras de pata de Hank añadiendo lo que sería, a partir de entonces, una tónica destacada en la misma; un personaje adicional que brillase fulgurante cual estrella fugaz para desaparecer al final de la misma. Para mí la mejor hasta la fecha por su desbordante ritmo, sus chispeantes diálogos y en general por corregir y aumentar la previa puliendo las buenas ideas allí expuestas. La tercera llevó a Hank a la universidad, todo un interesante caldo de cultivo que se desaprovechaba parcialmente para quedar en una desenfrenada carrera hacia el exceso donde los personajes (practicamente todos) deambulaban como pollo sin cabeza a la caza y captura de la situación más delirante. Algunos episodios estupendos salpicaban el desenfreno sin sentido aportando algo de cordura a la idea central y su final mejoraba, con mucho, la mediocridad imperante, aun con la diversión innegable que se produce hasta en el más flojo de ellos.
Pero que los dialoguistas se sigan ganando en el pan no ha hecho que la serie levante el vuelo, no del todo. Esta cuarta aporta al gran problema expuesto al final de la tercera, la producción de la película basada en el libro que tantos quebraderos de cabeza trajo a Hank tiempo atrás. Así pues tenemos una amplia gama de nuevos personajes pivote relacionados con dicha adaptación (destacando a un simpático y algo histriónico Stephen Tobolowski - "¡Ned! ¡Ned Ryerson! ¡Narizotas Ned!" - como productor y a un genial e inspirado Rob Lowe como sosías desmadrado de Brad Pitt) y a los sempiternos Runkle, Marcy, Becca y Karen. Cuyas secundarias existencias parecen querer cobrar mucho más protagonismo que el que les permiten las autoafirmaciones constantes de un protagonista que no se endereza ni a la de tres, bordeando el límite de la simpatía con el patetismo, en un peligroso juego de amor/odio por el mismo que está a punto de echar por tierra el futuro interés del espectador.
Pase lo que le pase a Hank, saber que se saldrá con la suya no ayuda a que la serie cobre nuevo interés, pero el final comodín ideado para la ocasión, y que funciona tanto como bisagra a una nueva temporada como posible y esperanzador cierre de la serie (con ambas ideas en mente lo rodaron sin la confirmación de firmar para una quinta, ahora ya en marcha), ayuda a que si ha de haber cambio sea, de modo improrrogable, en el bloque siguiente. Más o menos lo mismo que vimos en la quinta ronda de DEXTER, salvando las distancias de calidad que separan ambas series. Saltos de varios años en la trama, resetear al personaje central y colocarlo de nuevo en la casilla de salida, cambiar la ubicación de todo el devenir dramático para dejarlo como estaba y demás jugadas ya vistas en muchos otros programas, pueden hacer diluirse hasta una nada tan poco interesante a Hank Muddy, que ni la sonrisa que arranca su pasotismo existencial y barba de dos días bajo resaca y gafas de sol, acaben por convencernos. Veremos.
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