Hoy les adelanto material de mi nueva reseña para Scoremagacine, dedicada a uno de los compositores más interesantes y menos prolíficos en la música de cine reciente.
NORWEGIAN WOOD de Jonny Greenwood: ***1/2
La mínima, numéricamente hablando, pero sólida y envidiable trayectoria cinematográfica de Grenwood viene a ejemplificar el mimo por el detalle en cada proyecto audiovisual que aborda. No parece ser el cine para el una meta de éxito (como viene siendo habitual para las nuevas generaciones de músicos especializados en el medio), sino un barómetro estilístico ocasional, donde probar, extender o depurar ideas propias de aquí y allá. Motivo por el que quizás nos haya entregado hasta ahora obras tan estimulantes dentro de la disciplina. Desde la hibridación y experimentación sonora conceptual de la interesantísima BODYSONG, pasando por el aroma a sala de concierto contemporáneo de la soberbia THERE WILL BE BLOOD, hasta llegar al lánguido romanticismo de la obra que nos ocupa.
Su apertura remite directamente al personal empleo de cuerdas del músico durante la pista "Mou Sukoshi...", de ambiente suspendido y onírico, bordeando la atonalidad con un oscilante motivo fastasmagórico y sugerente que pronto se torna en ambiguo diálogo politonal. Su estática continuación en "Suogen...", sugiere frío y angustia existencial gracias a la ejecución de su doliente violín solista, mientras que "Mata Aini..." bordea la sonoridad litúrgica en su construcción y orquestación. "Toki no..." resulta un giro de cientochenta grados respecto a lo previamente expuesto, un breve halo lírico abiertamente romántico y ensoñador de la mano de una exclusiva guitarra solista, que no deja de apuntar por otro lado cierto cariz de pérdida y que continuará en "Iiko Dakara Damatette".
"Reiko" recupera la intensidad dramática inicial con el fluido intercambio de voces del Emperor Quartet, dando paso a uno de los momentos más sobrecogedores del trabajo con "Naoko ga Shinda", pieza que se abraza directamente a ese malsano registro atonal deudor de Penderecki y tan del gusto del miembro de RADIOHEAD, para luego sorprender con las florituras cuasi mágicas e impresionistas de "Quartetone Bloom", que se adscriben parcialmente a esa fascinante línea expresiva de Osvaldo Golijov o Alberto Iglesias en el trabajo de cuerda. Acto seguido se recuperá el sentimiento desolador inicial con "Watashi wo...", para cerrar con una síntesis final extraña (por la inclusión algo forzada de la electrónica) y lastimosa, de caracter difuminado, etéreo, que sugiere al tiempo de modo sutil un inasible poso romántico, estirando casi hasta lo íncomodo la sensación de conclusión, para finalmente acabar con un cierre abrupto en una jugada discutible pero rotunda.
Trascendiendo por momentos a experiencia sinestésica, haciéndonos sentir el frío, congelando las emociones como un instante suspendido en el tiempo, la composición de Greenwood para NORWEGIAN WOOD resulta una bocanada de aire fresco en el panorama internacional de la banda sonora por su elaborada línea estilística, por la calidad de su escritura, por la sobriedad de su aproximación conceptual y pese a lo arduo de una aproximación convencional a la misma (ni fastuosas melodías retentivas, ni coros, ni gran orquesta, ni similares vacuas pirotecnias) o a su contención emocional, deviene en una de las mejores bandas sonoras del pasado año.
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