Como el año 2010 toca a su fin, quiero recuperar reseña de una banda sonora que ha de contarse entre lo mejor de la temporada, pese que su estreno ya lejano la pueda haber dejado olvidada injustamente.
DAYBREAKERS de Christopher Gordon: ***3/4
Como correcta producción australiana que es, DAYBREAKERS cuenta en su apartado musical con el músico de cine más importante de las antípodas; Christopher Gordon, autor que precisamente nunca ha destacado por ser especialmente rupturista o innovador para con ningún género. Todo lo contrario, más bien encontramos en él líneas clásicas y acusado filtro convencional, que se mueve no obstante con brillantez y soltura a la hora aplicar su conocimiento instrumental (sus exquisitas orquestaciones son una de sus características más notables) y envidiable gusto melódico, en prácticamente cualquier género al que se ha aproximado. No hace falta reinventar la rueda cuando se es realmente bueno, basta con saber hacerla girar adecuadamente. Y Gordon sabe.
El arranque del escueto (pero nutrido en duración) disco editado por la compañía Lionsgate, con "Inmolation", es evocador y rotundo. Un crescendo ominoso que explota en un tutti que rememora al Goldenthal de "Alien 3" o "Final Fantasy". Los inevitables pasajes atmosféricos pronto aparecen en el trabajo durante pistas sostenidas y lúgubres como "Nightfall", de modo algo más afligido en "Humans" con intervención de figuras lastimosas a la cuerda o en "Blood Lust", quizás la menos interesante del conjunto. No obstante el discurso se torna amenazador y agresivo con "Subsider", de ominosa intervención coral, para saltar a la acción más agresiva y contundente con "On the Run", un arrollador fragmento percusivo que junto a su homólogo posterior "Ambush", recuerda en gran medida a las adrenalínicas piezas de Bear McCreary para la serie GALACTICA.
Para la ilustración de la humanidad superviviente, el músico nos entrega en "The Winery and the Cafe" una hermosa y delicada melodía de filiación inconfundible, sobre la que las cuerdas y las maderas realizarán una rendición emotiva y conmovedora antes de tornarse dicha pista en un crescendo coral desasosegante. Este tema tendrá su continuación en la espectacular pista "Fermentation Tank", donde fanfárricas intervenciones a los metales anuncian la conversión de vampiro a humano del protagonista, que se logrará a lo largo del vibrante corte "Resurrection".
La intervención coral más impresionante la tenemos en "Dought", un terrorífico e impactante fragmento atonal deudor del mejor Ligeti, que contrasta con la emoción incontenible de "In the Sun", a modo de dramático réquiem previo al estallido final. De este modo se alcanza el clímax de la partitura con el tour de force de más de once minutos "Spreading the Cure". Una excelsa pieza a incluir automáticamente entre lo más destacado de toda la carrera de Gordon. Realizando un recorrido magistral por todos los registros del género, el corte fluye y evoluciona con fuerza incontenible gracias a una construcción sinfónica impecable.
Por último y para los créditos finales (¡Cuánto tiempo hacía que nadie se molestaba en componer una pieza autónoma para los títulos de crédito!), el tema "Daybreak" concluye la más que notable aportación de un Christopher Gordon en plena forma, que no sin evadir del todo algunos clichés, consigue cumplir muy por encima de la media con un trabajo que no sólo aporta emoción, unidad y espectáculo a las imágenes, sino que ofrece al aficionado una audición de primer orden y un disco obligado para cualquier amante de las bandas sonoras de elevada calidad.
Como complemento puedes leer la reseña original completa en SCOREMAGACINE o visitar la estupenda página web de CHRISTOPHER GORDON.
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