Hoy comentario/crítica/reseña del primer volumen de DEADLY CLASS de Rick Remender y Craig. Se trata de otro de los cómics traídos de Manhattan, en este caso obtenido en la fabulosa tienda Jim Hensley´s Universe.
DEADLY CLASS VOLUME 1, 1987 REAGAN YOUTH
de Rick Remender, Wes Craig y Lee Loughridge: ***
Entre la ristra de propuestas con las que la más potente y creativa de las editoriales de cómics americana actual, Image, inunda el mercado consiguiendo adeptos para sí y creciendo en ventas pese al descenso de consumo en el sector del que forma parte, destaca DEADLY CLASS. Se trata de una propuesta que se escapa por la tangente de su habitual -y exitosa- línea editorial; la fantasía y/o sci-fi de gran variedad de registros. Si son SAGA, PROYECTOS MANHATTAN, ESTE DEL OESTE, PROPHET, FEAR AGENT o BLACK SCIENCE los mejores ejemplos actuales de esto (siendo los dos últimos títulos obra del guionista de la obra aquí comentada), la premisa de DEADLY CLASS resulta, por comparativa, bastante menos arriesgada u original. En un instituto para educar asesinos de élite, por norma hijos de gangsters, yakuzas, psicópatas, mafiosos, agentes del gobierno de las altas esferas, políticos corruptos, etc, se acoge in extremis a Marcus Lopez, un huérfano de origen nicaragüense que vive como indigente en las calles menos recomendables de San Francisco. Su objetivo vital, vengar la muerte de sus padres que el achaca a las políticas sanitarias del presidente Reagan y por tanto culpa al propio presidente de ello.
Conocer a Marcus, un joven protagonista de personalidad bien perfilada, el Instituto de Artes Mortales, profesores y sobre todo alumnos de distintas etnias y agrupaciones, así como sus iniciales escarceos con el asesinato -viaje lisérgico/adolescente con ecos a MIEDO Y ASCO EN LAS VEGAS incluído- son el material de partida de este primer volumen que aglutina los números 1al 6 de la colección. Remender consigue desarrollar de modo creíble una premisa que ya habíamos leído en el WANTED de Mark Millar o visto en numerosas historias previas de distinto formato, sobre todo por su capacidad para los diálogos veraces y las relaciones interpersonales complejas. Además va salpicando el relato con secuencias de acción bien planificadas que se potencian por el arte de Wes Craig, de dinámica puesta en escena y angulosas formas, casi cortantes en su descripción de personajes y situaciones. El colorido ayuda igualmente a difuminar fondos y centrar la atención en los caracteres, pero marcando la idiosincrasia escénica cuando es necesario para que no pase desapercibida si tiene algo que aportar a la historia. Una buena conjunción de elementos artísticos que esperemos haga despegar a DEADLY CLASS de sus lugares comunes para convertirla en una serie más atrevida y ambiciosa. Con todo se merece la recomendación.
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