Hoy algo poco transitado en este blog habitualmente dedicado a la crítica y reseñeo de cómics, pelis y series de Tv. Un texto dedicado a esos fascinantes objetos modernos que se han convertido en una extensión del cuerpo (su integración vía nueva carne cronenbergiana está a la vuelta de la esquina) para la civilización occidental.
ESTE ES TU MEJOR AMIGO
"Aquí mi fusil, aquí mi pistola" decía el Sargento Hartman mientras sujetaba su arma reglamentaria con una mano y su paquete con la otra. Todos los reclutas repetían la frase acto seguido y al unísono. También en la misma y genial película LA CHAQUETA METÁLICA había otra frase de corrido que se usaba como mantra para adoctrinar a los marines; ya saben, aquella que entre otras cosas rezaba "(...) hay otros pero este es el mío.(...)". Pues bien, aquí mi Iphone 5, mi Galaxy S3 o lo que sea es el -silencioso- grito de guerra de las hordas de viajeros de transporte público, consumidores de bebedizos en locales de cualquier índole, compañeros de trabajo durante la hora de la comida en la oficina y probablemente también familia y amigos durante las reuniones, cenas, degustaciones o encontronazos programados en sociedad.
Solo hay una ley y es la del móvil. Un único mandamiento: "Amarás tu smartphone por encima de todas las cosas". Le debes amor, respeto, obediencia y absoluta pleitesía. Serás su exclavo en exclusiva, le comprarás fundas, antivirus, aditamentos de todo tipo, le bajarás aplicaciones y responderás a cualquiera de su amplia gama de solicitudes en cualquier formato, lucecica, sonido o sintonía con inmediata y obsesiva respuesta pavloviana. Le darás su dosis de carga diaria, lo limpiarás, asearás y llevarás contigo en todo momento. EN TODO MOMENTO. ¡¡¡EN TODO MOMENTO!!! (no se si esto último ha quedado lo suficientemente claro, así que lo repito: LLEVARÁS EL MÓVIL ENCIMA EN TODO MOMENTO bajo pena de destierro social absoluto y definitivo).
Si eres lo suficientemente hortera puedes hasta comprarle (a él, al teléfono, tu dueño y señor) un soporte para el cinturón y llevarlo pegadito cual pistola del Far West o de Almería -que para el caso es lo mismo- lo más cerca posible de tu mano favorita, diestra o siniestra. Siempre en el bolsillo, siempre cerca del corazón o la cartera. Puede incluso que en lugar de ambos. No nos engañemos, yo también tengo uno (de hecho seguramente estés leyendo esta patraña disfrazada de apología anti-tecnológica desde uno y hayas razonado que esta última afirmación desarticula toda la reflexión; si así te sientes mejor allá tu), todos en esta sociedad de consumo dirigida hacia la estupidez e inanición moral de las masas a la que algunos llaman democracia tenemos al menos uno. ¡Sería de locos no tenerlo! ¿Como viviríamos sin un móvil? ¿Como respiraríamos sin internet en el teléfono? ¿Como podríamos considerarnos apenasseres humanos dóciles consumidores sin un smartphone en nuestras manos? En efecto, no podríamos.
Lo que cuenta a fin de cuentas es que tu móvil es tu identidad. En un sistema organizado en función de la apatía, el latrocinio, la dejadez y la corrupción, ¡qué menos que tener un amigo fiel que nunca te replique, conteste o haga pensar en cosas incómodas! Cosas como el mundo y las personas que te rodean. Con el puedes comunicarte con el exterior, es cierto, pero eso es lo de menos. Es mucho más importante que juegues al Candy Crush, que le des a muchos "me gusta" en Facebook a través de tu flamante pantalla táctil, que tengas tropecientos contactos activos y sonando continuamente en tu Wassup, que hasta hables con el, pero sobre todo y ante todo lo mejor que tienen los móviles, smartphones y como solían llamarse antes, teléfonos, es que hacen que no te sientas solo. Porque lamento recordártelo, lo estás. Mucho. Consiguen anestesiar esa insufrible sensación de incomunicación humana, soslayándola, camuflándola y esquivándola con tecnología de a 600 euros el cacharro.
Realmente Steve Jobs era un genio: a la debilidad humana por, para y hacia su bolsillo. La simplicidad del plan es escalofriante si lo piensas bien. Pero mejor no lo hagas, sigue jugueteando con el móvil.
Solo hay una ley y es la del móvil. Un único mandamiento: "Amarás tu smartphone por encima de todas las cosas". Le debes amor, respeto, obediencia y absoluta pleitesía. Serás su exclavo en exclusiva, le comprarás fundas, antivirus, aditamentos de todo tipo, le bajarás aplicaciones y responderás a cualquiera de su amplia gama de solicitudes en cualquier formato, lucecica, sonido o sintonía con inmediata y obsesiva respuesta pavloviana. Le darás su dosis de carga diaria, lo limpiarás, asearás y llevarás contigo en todo momento. EN TODO MOMENTO. ¡¡¡EN TODO MOMENTO!!! (no se si esto último ha quedado lo suficientemente claro, así que lo repito: LLEVARÁS EL MÓVIL ENCIMA EN TODO MOMENTO bajo pena de destierro social absoluto y definitivo).
Si eres lo suficientemente hortera puedes hasta comprarle (a él, al teléfono, tu dueño y señor) un soporte para el cinturón y llevarlo pegadito cual pistola del Far West o de Almería -que para el caso es lo mismo- lo más cerca posible de tu mano favorita, diestra o siniestra. Siempre en el bolsillo, siempre cerca del corazón o la cartera. Puede incluso que en lugar de ambos. No nos engañemos, yo también tengo uno (de hecho seguramente estés leyendo esta patraña disfrazada de apología anti-tecnológica desde uno y hayas razonado que esta última afirmación desarticula toda la reflexión; si así te sientes mejor allá tu), todos en esta sociedad de consumo dirigida hacia la estupidez e inanición moral de las masas a la que algunos llaman democracia tenemos al menos uno. ¡Sería de locos no tenerlo! ¿Como viviríamos sin un móvil? ¿Como respiraríamos sin internet en el teléfono? ¿Como podríamos considerarnos apenas
Lo que cuenta a fin de cuentas es que tu móvil es tu identidad. En un sistema organizado en función de la apatía, el latrocinio, la dejadez y la corrupción, ¡qué menos que tener un amigo fiel que nunca te replique, conteste o haga pensar en cosas incómodas! Cosas como el mundo y las personas que te rodean. Con el puedes comunicarte con el exterior, es cierto, pero eso es lo de menos. Es mucho más importante que juegues al Candy Crush, que le des a muchos "me gusta" en Facebook a través de tu flamante pantalla táctil, que tengas tropecientos contactos activos y sonando continuamente en tu Wassup, que hasta hables con el, pero sobre todo y ante todo lo mejor que tienen los móviles, smartphones y como solían llamarse antes, teléfonos, es que hacen que no te sientas solo. Porque lamento recordártelo, lo estás. Mucho. Consiguen anestesiar esa insufrible sensación de incomunicación humana, soslayándola, camuflándola y esquivándola con tecnología de a 600 euros el cacharro.
Realmente Steve Jobs era un genio: a la debilidad humana por, para y hacia su bolsillo. La simplicidad del plan es escalofriante si lo piensas bien. Pero mejor no lo hagas, sigue jugueteando con el móvil.
jajajajaja me ha encantado tu ironía. Yo uso móvil,of course, pero el mio no tiene ni cámara, jajaja.Pero eso es porque ya no soy joven que si lo fuera segurísimo que caminaría por donde lo hacen todos.
ResponderEliminarUn abrazo Iñaki.
Gracias Ohma, desde luego todos lo usamos pero viendo como hemos pasado del uso al abuso (cosa a veces imperceptible) hay ocasiones en que le dan ganas a uno de sacudirle un manotazo a más de uno y tirarle el mvl al suelo para acto seguido pisotearlo sin compasión ante sus -sin duda- ojos como platos y llenos de incompresión ante tal afrenta.
ResponderEliminarDe la reciente hartura tecnológica propia (y además de otra ajena cercana) a causa de mudanza de teléfono ha salido esta idea. Me alegro de que te haya resultado simpática.
Saludos en paralelo.
La situación que describes, con toda su ironía, no está muy lejos de un buen argumento para una B Movie en el que el protagonico lo lleve precisamente un smartphone. La cuestión alarmante es que cada vez sabemos menos como arreglar nuestra vida de cada día sin el teléfono móvil. He tenido la ocasión de estar sin él por algunos días (casi una semana) y fue como pasar a otra dimensión, como regresar al pasado, donde todo se movía más lento y se hacía una sola cosa a la vez. Hubo un vértigo así que renuncié a mi huelga y volví a entrar en conexión. Fue como regresar a casa.
ResponderEliminarMoy Michael, moverse entre lo cotidiano viviendo en un centro urbano -en zonas rurales parece más lícito poder olvidarse temporalmente del aparato- es casi imposible sin el puñetero móvil, pero solo porque hemos llegado a considerar necesarias cosas tan inanes como Candy Crush o rebuscar morbosamente en los perfiles de Facebook ajenos fotos de vivencias (o poses en bañador) ajenas, aceptándolas como importantes cuando ni lo fueron, ni lo son, ni lo serán nunca.
ResponderEliminarTrabajando con comerciales o similares puestos laborales entiendo el móvil como una herramienta útil de contacto y de uso profesional, pero de ahí a que cualquier chaval de instituto o universidad no pueda salir a la calle y vivir un día de su vida sin estar enchufado hay un trecho. Uno que casi no se ve, pero que comienza a ser abismal y preocupante.
Estaría bien que tanto smartphone sirviese para abrir conciencias y vías de conocimiento crítico hacia temas mucho más importantes de nuestra sociedad y convivencia. Pero soy terriblemente escéptico al respecto.
Saludos en paralelo.
Genial, ya lo dije en su momento. Pero ahora que vuelvo a leerlo, me parece más genial aún...
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