Hoy reseña/crítica/comentario de UNA COLMENA EN CONSTRUCCIÓN. Tras años de espera, Luis Durán ha regresado. Y lo ha hecho a lo grande en formato pequeño, entregándonos una novela extensa, personal y maravillosa. Tras varias lecturas con las que sacarle bien el jugo, reconozco que estoy encantado con su retorno.
UNA COLMENA EN CONSTRUCCIÓN de Luis Durán: ****
Las sensaciones iniciales sobre una primera lectura son contradictorias, pues prima el ansia y la expectación, pero acercarse a este autor con prisas o urgencia es siempre mala idea. Su narración pausada, casi mayestática demanda sosiego y calma (casi unos propicios días) y más todavía en este último trabajo, donde se percibe más nítidamente quizás por la prolongada ausencia, una depuración estilística de su firma, una búsqueda y consecución plena de esa narrativa fluida e invisible simbioticamente adaptada a un imaginario personal e intrasferible al que se permite volar más libre que nunca, pero sin apartarse en ningún momento de las claves y constantes técnicas que definen su obra, logrando un balance perfecto entre forma y fondo. Abandona el texto casi por completo y convierte los diálogos entre los personajes en quirúrjicas aportaciones plenas de naturalidad y cotidianeidad, al tiempo que emplea las palabras justas para la narración en off, dejando a su visualización secuencial expresar todo el peso de la trama, empleando para ello un uso magistral de las elípsis, sin duda alguna uno de los puntos fuertes del escritor, y un juego metafórico fascinante.
La historia deviene en un nuevo ejercicio sobre la búsqueda de la identidad y la colisión de lo real con lo imaginado. Pero en esta ocasión Durán parece abandonarse a un libre albedrío expositivo donde el protagonismo fluctúa entre lo coral y lo anárquico, hilándose con pequeñas líneas de puntos imaginarias que dejan tras de sí las abejas de las colmenas que la madre del protagonista construye y cuida. Asímismo el suave colorido (tras la estupenda ÁLGEBRA del 2004 Durán no había vuelto a dar color a otra obra suya) que acompaña al dibujo ejerce una pulsión entre melancólica y etérea, impregnada del romántico abandono de una día de verano, no llegando a diferenciar con nitidez si lo expuesto alcanza a ser tangible o fabulado. Un logro portentoso con el que el autor de CABALLERO DE ESPADAS consigue conquistar de nuevo la cima sensorial y sugestiva de sus anteriores y mejores trabajos como LA ILUSIÓN DE OVERLAIN o EL MARTÍN PESCADOR.
La edición, por primera vez en la carrera de Luis Durán, a cargo de Norma Editorial, se presenta en formato libro, tipo novela gráfica, adaptándose a la moda imperante de 17x24. Pero el autor es capaz de sobrellevar la restricción de tamaño componiendo una narrativa fluida, delicada y cadenciosa en función del espacio disponible con una elección y sucesión de viñetas maravillosa que soslaya por completo las limitaciones intrínsecas de dicho envase para dejar volar su talento e imaginación entregándonos el que es sin duda uno de los mejores tebeos del año en curso. Una maravilla cargada de poesía, sutileza e ingenio para disfrutar con innumerables relecturas.
La historia deviene en un nuevo ejercicio sobre la búsqueda de la identidad y la colisión de lo real con lo imaginado. Pero en esta ocasión Durán parece abandonarse a un libre albedrío expositivo donde el protagonismo fluctúa entre lo coral y lo anárquico, hilándose con pequeñas líneas de puntos imaginarias que dejan tras de sí las abejas de las colmenas que la madre del protagonista construye y cuida. Asímismo el suave colorido (tras la estupenda ÁLGEBRA del 2004 Durán no había vuelto a dar color a otra obra suya) que acompaña al dibujo ejerce una pulsión entre melancólica y etérea, impregnada del romántico abandono de una día de verano, no llegando a diferenciar con nitidez si lo expuesto alcanza a ser tangible o fabulado. Un logro portentoso con el que el autor de CABALLERO DE ESPADAS consigue conquistar de nuevo la cima sensorial y sugestiva de sus anteriores y mejores trabajos como LA ILUSIÓN DE OVERLAIN o EL MARTÍN PESCADOR.
La edición, por primera vez en la carrera de Luis Durán, a cargo de Norma Editorial, se presenta en formato libro, tipo novela gráfica, adaptándose a la moda imperante de 17x24. Pero el autor es capaz de sobrellevar la restricción de tamaño componiendo una narrativa fluida, delicada y cadenciosa en función del espacio disponible con una elección y sucesión de viñetas maravillosa que soslaya por completo las limitaciones intrínsecas de dicho envase para dejar volar su talento e imaginación entregándonos el que es sin duda uno de los mejores tebeos del año en curso. Una maravilla cargada de poesía, sutileza e ingenio para disfrutar con innumerables relecturas.
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