La comedia francesa sigue en buena forma, este título ligero y amable de reciente estreno lo demuestra. Quizás peque de exceso de dulzura y previsibilidad en su devenir, pero compensa la falta de profundidad con una encantadora vis cómica de aires clásicos.
TÍMIDOS ANÓNIMOS de Jean-Pierre Améris: ***1/4
Dos híper emotivos compulsivos (una vez más la traducción va por su lado; LES ÉMOTIFS ANONYMES) se encuentran por azar. Su patológica incapacidad para relacionarse les empujará a una sucesión de escenas desopilantes en las que ambos, inconscientes de padecer el mismo problema, verán en el otro la solución a sus huidizas existencias. Un punto de partida divertido que podía haber dado mucho más de sí en cuanto a posibilidades dramáticas en caso de haber buceado con mayor profundidad en sus personalidades o en el origen de los traumas que las originan, pero que se ve sobradamente compensado con el trabajo de dos actores magníficos en estado de gracia capaces de sugerir matices casi inexistentes en el guión sobre sus caracteres, bordándolos en cuanto a sutileza y contención a la hora de plasmar inseguridad y timidez enfermiza. Tanto Benoît Poelvoorde como la encantadora Isabelle Carré (que corrobora una vez más porque las actrices francesas son las mejores y más guapas del mundo) componen unos protagonistas sólidos, capaces de sostener una fábula tan amable como tierna sobre el amor y las dificultades para expresarlo.
La dirección solvente de Améris encuentra algún escollo estilístico en el recuerdo de la referencial AMELIE sin dejarse ganar terreno en su puesta en escena clásica y elegante pese a algún ocasional abuso del empleo de canciones en su banda sonora o una resolución cantada que dibuja, no obstante, en el horizonte de su happy ending las brumas de la inquietud gracias a un diálogo previo del personaje de Carré tan contundente como realista que se obvia para facilitar la sonrisa conclusiva. Para amantes del chocolate fílmico de buen empaque e intenciones.
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