Hoy reseña/crítica/comentario de UN VERANO INSOLENTE. El tandem de los autores responsables de la obra que hoy toca comentar ya lleva un buen camino a sus espaldas. La seguridad que el entendimiento mutuo proporciona anunciaba el éxito de antemano para su más reciente trabajo.
UN VERANO INSOLENTE de D. Lapierre y R. Pellejero: ***
Siempre han existido simbiosis majestuosas que han dignificado el nivel de calidad en todos los medios (en el cine y su música con Hitchcock y Herrmann, Spielberg y Williams o Schaffner y Goldsmith por citar solo algunos de los más destacados), siendo el tebeo por aquello de componerse de una historia e imagenes para plasmarla, uno de los mejores vehículos para el desarrollo de dichas colaboraciones artísticas, donde guionista y dibujante se comunicarán a través de los vericuetos narrativos de su disciplina hasta alcanzar en casos excelsos la solidez de lo que parece ser una única mente creadora. Ejemplos de dicho grado especialmente celebrados en el noveno arte son Oesterheld y Breccia, Muñoz y Sampayo, Moore y Campbell o Gaiman y McKean, siendo la unión de Rubén Pellejero y Denis Làpierre uno de esos casos mágicos donde el trabajo de uno se funde con el del otro, siendo dificil delimitar la imaginación de cada talento al conseguirse una voz única.
Contar la vida de la revolución social y cultural del México de los años veinte, donde el arte explotaba y se vivía la libertad en cada rincón, supone un dulce que estos dos talentos con obras tan destacadas a sus espaldas como EL VALS DE GULAG o UN POCO DE HUMO AZUL, saber aprovechar utilizándolo como reflexión sobre la creación artística, la ambigüedad de las relaciones amorosas abiertas o la degradación de los ideales. Un caldo de cultivo interesantísimo en el que el hilo conductor (bordado con sutileza y clasicismo por Làpierre) es la bella y trágicamente anunciada historia de amor entre los fotógrafos Tina Modotti y Edward Preston. Para su ilustración un, como de costumbre, soberbio Pellejero despliega un colirido vívido y romántico, lleno de verdes esperanzadores en su primera parte, para pasar a colores ocres y terrosos más apagados en la segunda. Su trazo delicado, sensitivo y sutil vuelve a sorprender tanto por la maestría de su narrativa secuencial como por la emoción que consigue imprimir en sus personajes; compasión, dolor, deseo, tristeza, melancolía, vida. Solo por su dibujo ya merecería la pena realizar este viaje.
Un tebeo más que recomendable editado con buen gusto en tapa dura por parte de Astiberri, aunque con bastante reducción de tamaño respecto a los dos albumes que se editaron en Francia. No obstante por la estructura de su cuadrícula y el volumen de las viñetas parece sufrir menos que otros la embestida del formato "novela gráfica" que se impone en este tipo de historietas.
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