Hoy reseña/crítica/comentario de GRANJA 54. Ya he comentado por aquí el aspecto limítrofe de la "novela gráfica" en cuanto a resultados más que a intenciones del material de partida. Este trabajo seleccionado para Angoulême se acomoda directamente en el saco del tebeo gafa-pasta haciendo más gala de sus vicios que de sus virtudes.
GRANJA 54 de Galit y Gilad Seliktar: **
La sinopsis que la editorial facilita como promoción resulta bastante esclarecedora sobre que tipo de obra podemos encontrar: "Noga, una joven israelí nacida al principio de los años 70, vive en Granja 54, un pequeño pueblo no muy lejos de Jerusalén. Tres etapas marcan su paso de la adolescencia a la edad adulta, envueltas en una atmósfera oscura e inquietante. GRANJA 54 evoca los traumas que se esconden debajo de una tranquila juventud en el campo, a la sombra de las guerras y de la violencia. Tres historias de crecimiento con retazos autobiográficos". Como se puede ver el material temático abordado no deja lugar a dudas, incidiendo sin mesura en las claves que convierten la vertiente de moda en el cómic en el gancho de su consumo, a saber; "joven israelí", "paso de la adolescencia a la edad adulta", "guerras y violencia" y por supuesto "retazos autobiográficos". Nada que objetar al empleo de estos recursos cuando se usan como medio para transmitir algo con emoción (ahí está Joe Sacco), pero su conjugación como, al menos a mí me ha parecido, mera adicción de elementos con los que ensamblar un producto prefabricado-para-emocionar me resulta tan inane como vacua.
El dibujo esquemático, esbozado y aséptico, de narración fría aunque efectiva consigue transmitir ciertas sensaciones, matizadas por un agradable bitono. Pero esa parsimonia adoptada con afectación y existencialismo contemplativo con la que buscar denodadamente la pose dramática, la soledad y el distanciamiento de la protagonista de su propia vida consigue expulsar al lector de cualquier implicación con la historia que se nos presenta, por otro lado poco novedosa. Cabe mencionar la destacable secuencia de la piscina en el primer relato de los tres agrupados "Socorrista suplente", donde la sensación de intimidad y deseo queda ejemplarmente ilustrada, así como algunas pinceladas de multiculturalidad en "Casas", donde su interesante narrativa (que abre y cierra la trama con una hermosa metáfora vital) demuestra que los hermanos Selitkar conocen los mecanismos de la displina pese a esconderlos bajo un montón de clichés con los que vender su producto.
Interesante por aquello de explorar autores y obras extranjeras allende lo conocido, pero poco más. Buena edición de Astiberri en esta ocasión.
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