El norteamericano Alan Silvestri, lleva ya unos cuantos años de capa caída. No por su falta de talento ni, creo, por falta de inspiración. Simplemente porque ha tenido que adaptar su estilo de post-sinfonista a las modas y al mercado contemporáneo del blockbuster. La exigua composición que me ocupa da fe de ello.
EL EQUIPO A de Alan Silvestri: *1/2
En cuanto a música de cine, soy de lo menos retrógrado que existe, tolero casi todo, me gustan músicos contemporáneos que en general la gente minusvalora sin contemplaciones como Trevor Rabin, David Julyan o Bear McCreary, tanto o más que otras supuestas "vacas sagradas" que hace tiempo tiraron la toalla de la seriedad, pese a que sigan engañando a ciertos oídos, como James Horner o Danny Elfman, y con todo, no puedo con los engendros comerciales de compositores de pasado tan envidiable como el del responsable de DEPREDADOR. No creo que Alan Silvestri se merezca entrar del todo en esa terna de renegados (aunque tampoco muestra la resignación laboral de Broughton o Poledouris, que jamás claudicaron en convicciones musicales pese a verse expulsados de la industria por ello), pero es evidente que ha perdido su mano firme de mediados de los noventa (JUEZ DREDD, FORREST GUMP, RÁPIDA Y MORTAL), más que nada porque la música del cine espectáculo post-MATRIX, Hans Zimmer y Thomas Newman, ya no demanda coherencia, sinfonismo de buen gusto o calidad de escritura. Basta con que provoque estímulo sensorial durante su primer fin de semana en la gran pantalla. La pulsión, los ritmos electrónicos, el ejercicio de fuegos artificiales, etc...elementos que devoran a los hijos de Williams y Goldsmith.
Así pues, renovarse o morir. Silvestri quiere seguir en la cresta de la ola hollywoodiense y eso conlleva mixtura electrónica machacona, estruendo de metales y percusión con suspiros estilísiticos (quizás el corte "Flying a Tank" sea el único que bascula con cierta elegancia entre dichos elementos), atmósferas sostenidas insustanciales y asociación motívica sin visos de desarrollo temático de ninguna clase. Para peor apreciación del conjunto, el disco editado resulta interminable, con más de 70 minutos reiterativos y pesadísimos, donde las escasas ideas propuestas terminan enseguida, se introduce muy ocasionalmente la primera frase del mítico tema de la serie de tv (ya se sabe, en el cine actual nada de melodía) y el único respiro de emoción real acaba siendo la imponente versión final de dicho tema, con una pletórica ejecución sinfónica, que es a fin de cuentas lo que todos queríamos oir más. Entonces, ¿que aporta el bueno de Alan?. Muy poco, casi nada, e incluso peor, el resquicio de unas formas antes vibrantes y sólidas que ahora se muestran totalmente desdibujadas, pobres e inoperantes dentro de un discurso musical propio o interesante. Una lástima.
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