Hoy con motivo de un día especial en lo personal, me enorgullezco de presentar el comentario/crítica/reseña de BABEL, noveno capítulo de la monumental saga de Las Aventuras del Capitán Torrezno y obra querida como pocas por este humilde escribiente. Tras los trepidantes eventos de LA ESTRELLA DE LA MAÑANA y su abrupto cliffhanger final, toca recomposición de lugar y la gran batalla.
BABEL de Santiago Valenzuela: ****1/4
Valenzuela no solo ha alcanzado un nivel superior en el arte narrativo y una maestría indiscutible en el dibujo de su particular universo en viñetas, sino que es capaz de exprimirlo y expandirlo sin perder de vista todos los cabos sueltos pendientes, que de vez en cuando agita al aire para recordarnos que ni mucho menos los tiene olvidados. A los fans de de Torrezno de alto nivel no se nos (pues orgullosamente me considero uno de ellos) habrá escapado a estas alturas que si el pico bélico es el asalto a Babel que acontece en este volumen noveno de la saga y tercero del segundo ciclo de aventuras en el micromundo, lo que venga a partir de ahora representará el comienzo del fin del mismo, con la crónica anunciada -pero no detallada- de la huída hacia el mundo exterior y posterior viaje, vía camión de la mitológica Gallega de Cefalópodos, al pazo en el norte donde Torrezno creará su propio micro-imperio. En el volumen anterior vimos en una de las páginas más fascinantes hasta entonces dibujadas por Valenzuela una instantánea de dicho pasaje. Asimismo y en las láminas de "Ciudad en Viñetas" se podía vislumbrar el retorno del protagonista a Madrid, pero cuyo viaje a través del espejo aún controlado por los técnicos producía un desbarajuste dimensional de proporciones cósmicas.
Solo queda entonces columbrar si los siguientes tres tomos del ciclo en curso se dedicarán al completo a presentar el destino del micromundo y la salida de Torrezno (ya fuera -aparentemente- del conflicto bélico al terminar este tomo) del mismo, o si se acelerará la acción llegando a presenciar su nuevo reinado en Galicia. Sea como fuere, el futuro de la saga se anuncia apasionante, pues pese a la brillantez y excelencia de BABEL, la fórmula de la batalla tras batalla, escaramuza tras escaramuza y solución ingeniosa del protagonista tras otra en aras de alcanzar la victoria final, parece alcanzar un cenit difícil de superar en estas páginas, al tiempo que una inasible sensación de deja vú, por lo que un cambio de rumbo como el que se acomete con el cierre de este volumen parece lo más acertado a estas alturas del camino. Sin duda nuevas sorpresas y maravillas aguardan en manos del Dios del Ático Santiago Valenzuela, y por ello que nos preguntemos; ¿que tiene que ver la Inteligencia Militar Americana en todo el embrollo relativo al micromundo?, ¿serán los nuevos vecinos del bajo de la calle Valverde cuyo descabellado traslado de una multicopista de peso inhumano casi provoca que el cielo caiga sobre las cabezas de los ejércitos a punto de enfrentarse en la llanada de Babel los responsables del futuro desastre?, ¿habrá conseguido Jose Hilario recordar su condición de deus ex machina respecto a la creación animada por obra y gracia de Don Sinforoso o seguirá exprimiendo sus recuerdos en el hospital cercano a la Plaza Elíptica?, ¿llegará Torrezno al espacio profundo como sugerían ensoñaciones hiperbólicas o al menos a conocer la identidad de Hideyoshi, casi seguro parroquiano -como el mismo- del bar Denver en su época de aventuras etílicas en los bares de taxistas de Legazpi? y más importante todavía: ¿no son Inteligencia y Militar el oxímoron más hilarante que se pueda imaginar?
Solo queda entonces columbrar si los siguientes tres tomos del ciclo en curso se dedicarán al completo a presentar el destino del micromundo y la salida de Torrezno (ya fuera -aparentemente- del conflicto bélico al terminar este tomo) del mismo, o si se acelerará la acción llegando a presenciar su nuevo reinado en Galicia. Sea como fuere, el futuro de la saga se anuncia apasionante, pues pese a la brillantez y excelencia de BABEL, la fórmula de la batalla tras batalla, escaramuza tras escaramuza y solución ingeniosa del protagonista tras otra en aras de alcanzar la victoria final, parece alcanzar un cenit difícil de superar en estas páginas, al tiempo que una inasible sensación de deja vú, por lo que un cambio de rumbo como el que se acomete con el cierre de este volumen parece lo más acertado a estas alturas del camino. Sin duda nuevas sorpresas y maravillas aguardan en manos del Dios del Ático Santiago Valenzuela, y por ello que nos preguntemos; ¿que tiene que ver la Inteligencia Militar Americana en todo el embrollo relativo al micromundo?, ¿serán los nuevos vecinos del bajo de la calle Valverde cuyo descabellado traslado de una multicopista de peso inhumano casi provoca que el cielo caiga sobre las cabezas de los ejércitos a punto de enfrentarse en la llanada de Babel los responsables del futuro desastre?, ¿habrá conseguido Jose Hilario recordar su condición de deus ex machina respecto a la creación animada por obra y gracia de Don Sinforoso o seguirá exprimiendo sus recuerdos en el hospital cercano a la Plaza Elíptica?, ¿llegará Torrezno al espacio profundo como sugerían ensoñaciones hiperbólicas o al menos a conocer la identidad de Hideyoshi, casi seguro parroquiano -como el mismo- del bar Denver en su época de aventuras etílicas en los bares de taxistas de Legazpi? y más importante todavía: ¿no son Inteligencia y Militar el oxímoron más hilarante que se pueda imaginar?
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