Tal y como prometí al comienzo de su comentario, hace poco más de un año, hemos llegado al último número de esta fantástica serie guionizada por Peter Milligan. Si bien es cierto ha ido perdiendo consistencia a lo largo del tiempo, en un justo cómputo global se merece la recomendación plena. Lo prometido es deuda.
SHADE VOLUMEN 17 de Milligan, Case y Tolagson: ***
La saga alcanza su final con una vuelta de tuerca forzada y un poco tramposa, intentando acomodar a una amabilidad casi inexistente a lo largo de su recorrido una coda dulce al tiempo que resolutiva con la que aparcar de buenas formas el animado paseo en el que se ha transformado el otrora descontrolado mercancías sin frenos que fue SHADE. No obstante el guionista introduce atractivas ideas a lo largo del ciclo pendiente de resolución "Las raíces de la locura", primero limítrofes con LA COSA DEL PANTANO de Alan Moore y luego con sus propios orígenes aprovechando la mitología irlandesa para lanzar a los cuatro vientos a los personajes secundarios de la saga y obligar con ello a un reinicio en toda regla a Shade. De este modo y adoptando la clásica narrativa del viaje re-iniciático con búsqueda y destino alcanzado, Milligan se decide por el camino fácil, el circular, y los buenos sentimientos, el amor, para completar el último ciclo de la serie, llamado unívocamente "Tras Kathy". Así pues y pareciendo abandonar sus ambiciones iniciales y sus logros metafóricos, SHADE se piega hacia una cómoda recta final con pirotécnicos viajes temporales incluídos que reunen con gracia algunos de los hitos de pretéritos números, haciendo aparición personajes desaparecidos o muertos, hasta alcanzar logicamente a Kathy, auténtico corazón y motor emocional de las andanzas del protagonista.
La elección de Milligan no deja de ser lógica (o no, según los términos con los que entendamos la colección), pero denota con ella el agotamiento de la fórmula y su incapacidad para crear algo novedoso y/o rupturista con lo que dar un campanazo final que nunca llegará en favor de la sonrisa cómplice y agradable al ver como un halo de esperanza y felicidad se abre en la puerta de cada personaje destacado. No obstante y dentro del marco que supone la segunda mitad de SHADE, donde la profundidad de la trama comienza a perder enteros, casi resulta aceptable el tomar esta dirección y acotar a los sentimientos de los caracteres una resolución que se ajuste a sus necesidades y experiencias vitales. El escritor lo consigue con solvencia y unos cuantos trucos de manos sin llegar a traicionar el recorrido vivido por estos y aprovechando algunas de las constantes de la serie. Algo es algo.
En el apartado gráfico, Richard Case se esfuerza por mantener la continuidad (con la ayuda de Jamie Tolagson en algún capítulo) y sin resultar especialmente lúcido, consigue una narrativa ágil y adecuada que rehuye el espectáculo para centrarse en la urgencia de su clímax con Grenzer, o la sencillez expositiva del reencuentro final. Tras setenta números, Milligan y su séquito de dibujantes, entintadores y coloristas cierran SHADE, EL HOMBRE CAMBIANTE con una dulcificación aceptable, dejando eso sí en el camino algunos de los pasajes más alucinados, complejos y fascinantes de la línea Vértigo de los noventa. Los diecisiete tomitos de Planeta en su aglutinación de cuatro o cinco episodios americanos permite tanto la cómoda adquisición serializada, como la ocasionalmente molesta lectura aplazada hasta el siguiente volumen por la ruptura artificial de sus arcos argumentales o la imperdonable ausencia de algunas portadas a lo largo de la colección. Quizás una recuperación en formato de lujo podría corregir estos estos errores y olvidos, añadiendo la agradecida tapa dura y dándole el lustre que se merece a la creación más interesante y longeva de Peter Milligan. Por pedir (y recomendar) que no quede.
SHADE VOLUMEN 17 de Milligan, Case y Tolagson: ***
La saga alcanza su final con una vuelta de tuerca forzada y un poco tramposa, intentando acomodar a una amabilidad casi inexistente a lo largo de su recorrido una coda dulce al tiempo que resolutiva con la que aparcar de buenas formas el animado paseo en el que se ha transformado el otrora descontrolado mercancías sin frenos que fue SHADE. No obstante el guionista introduce atractivas ideas a lo largo del ciclo pendiente de resolución "Las raíces de la locura", primero limítrofes con LA COSA DEL PANTANO de Alan Moore y luego con sus propios orígenes aprovechando la mitología irlandesa para lanzar a los cuatro vientos a los personajes secundarios de la saga y obligar con ello a un reinicio en toda regla a Shade. De este modo y adoptando la clásica narrativa del viaje re-iniciático con búsqueda y destino alcanzado, Milligan se decide por el camino fácil, el circular, y los buenos sentimientos, el amor, para completar el último ciclo de la serie, llamado unívocamente "Tras Kathy". Así pues y pareciendo abandonar sus ambiciones iniciales y sus logros metafóricos, SHADE se piega hacia una cómoda recta final con pirotécnicos viajes temporales incluídos que reunen con gracia algunos de los hitos de pretéritos números, haciendo aparición personajes desaparecidos o muertos, hasta alcanzar logicamente a Kathy, auténtico corazón y motor emocional de las andanzas del protagonista.
La elección de Milligan no deja de ser lógica (o no, según los términos con los que entendamos la colección), pero denota con ella el agotamiento de la fórmula y su incapacidad para crear algo novedoso y/o rupturista con lo que dar un campanazo final que nunca llegará en favor de la sonrisa cómplice y agradable al ver como un halo de esperanza y felicidad se abre en la puerta de cada personaje destacado. No obstante y dentro del marco que supone la segunda mitad de SHADE, donde la profundidad de la trama comienza a perder enteros, casi resulta aceptable el tomar esta dirección y acotar a los sentimientos de los caracteres una resolución que se ajuste a sus necesidades y experiencias vitales. El escritor lo consigue con solvencia y unos cuantos trucos de manos sin llegar a traicionar el recorrido vivido por estos y aprovechando algunas de las constantes de la serie. Algo es algo.
En el apartado gráfico, Richard Case se esfuerza por mantener la continuidad (con la ayuda de Jamie Tolagson en algún capítulo) y sin resultar especialmente lúcido, consigue una narrativa ágil y adecuada que rehuye el espectáculo para centrarse en la urgencia de su clímax con Grenzer, o la sencillez expositiva del reencuentro final. Tras setenta números, Milligan y su séquito de dibujantes, entintadores y coloristas cierran SHADE, EL HOMBRE CAMBIANTE con una dulcificación aceptable, dejando eso sí en el camino algunos de los pasajes más alucinados, complejos y fascinantes de la línea Vértigo de los noventa. Los diecisiete tomitos de Planeta en su aglutinación de cuatro o cinco episodios americanos permite tanto la cómoda adquisición serializada, como la ocasionalmente molesta lectura aplazada hasta el siguiente volumen por la ruptura artificial de sus arcos argumentales o la imperdonable ausencia de algunas portadas a lo largo de la colección. Quizás una recuperación en formato de lujo podría corregir estos estos errores y olvidos, añadiendo la agradecida tapa dura y dándole el lustre que se merece a la creación más interesante y longeva de Peter Milligan. Por pedir (y recomendar) que no quede.
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