Hoy reseña/crítica/comentario de LA PROTECTORA. Seguir los pasos de una novela tan mítica y significativa como es OTRA VUELTA DE TUERCA de Henry James supone un reto de proporciones casi descabelladas para cualquier aventurado a continuar con su trama, que es justo lo que este trabajo aborda.
LA PROTECTORA de Keko: ****
Hacerlo además en cómic se convierte en el súmum de la ambición (y éxito) de su arriesgado responsable, el madrileño Keko Godoy, un autor poco prolífico pero de notables aptitudes y trazo inconfundible que ya dió muestras sobradas de genio con LA CASA DEL MUERTO. A la dificultad intrínseca de retomar y ampliar el devenir de los supervivientes de la historia respetando la complejidad malsana de su discurso y la personalidad de sus caracteres, se añade al tiempo la indefinible sensación de reto a lo imposible que es transferir a las planchas resultantes toda la carga dramática y despiadada del reflejo implacable al que el escritor somete nuestra mente ahondando con un -inicialmente codificado y asumible- cuento gótico de fantasmas, en los vericuetos más retorcidos y lúgubres del alma humana. Keko no solo consigue mantener la solidez de una historia de horror ya clásica, sino que alcanza a sugerir con su ilustración y puesta en escena cotas altísimas de angustia, asfixia y claustrofobia, de una desolación existencial demoledora.
En otras palabras, consigue ponerse casi a la altura de Henry James e iguala al único artista que había sido capaz de crear -de modo real y efectivo- miedo con viñetas; el maestro argentino Alberto Breccia. Los peros al trabajo son evidentes; la incomodidad de su poco agradable temática, su pesimista mensaje o lo atípico de su estructura narrativa así como la posible dificultad de asimilación de un dibujo en blanco y negro portentoso (lleno de tramas y masas de negro que le dan un aspecto sucio, abandonado, oscuro, de daguerrotipo de finales del siglo XIX a lo FROM HELL de Eddie Campbell), cargado de significado y sutileza, pero también cargante, opaco y opresivo hasta límites casi insostenibles. Ponent cuaja una edición pulcra en tapa dura de precio algo elevado, lo cual puede desestabilizar todavía más al bolsillo reticente, ya que se trata de un tebeo soberbio pero no apto para todos los públicos, ni mucho menos.
En otras palabras, consigue ponerse casi a la altura de Henry James e iguala al único artista que había sido capaz de crear -de modo real y efectivo- miedo con viñetas; el maestro argentino Alberto Breccia. Los peros al trabajo son evidentes; la incomodidad de su poco agradable temática, su pesimista mensaje o lo atípico de su estructura narrativa así como la posible dificultad de asimilación de un dibujo en blanco y negro portentoso (lleno de tramas y masas de negro que le dan un aspecto sucio, abandonado, oscuro, de daguerrotipo de finales del siglo XIX a lo FROM HELL de Eddie Campbell), cargado de significado y sutileza, pero también cargante, opaco y opresivo hasta límites casi insostenibles. Ponent cuaja una edición pulcra en tapa dura de precio algo elevado, lo cual puede desestabilizar todavía más al bolsillo reticente, ya que se trata de un tebeo soberbio pero no apto para todos los públicos, ni mucho menos.
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