La serie alcanza, aunque parezca mentira, uno (otro) de sus momentos álgidos hasta la fecha, consiguiendo asentarse en un nivel de calidad y sorpresa extraordinario y constante.
LOS MUERTOS VIVIENTES 11 de Kirkman y Adlard: ****
De nuevo en la carretera, y nunca mejor dicho, pues la pequeña - aunque terrible - experiencia que Rick y los suyos van a tener que vadear a lo largo de este número supone de nuevo un encontronazo con la novela de McCarthy. Por supuesto el guionista no solo ofrece escaramuzas variadas, hace que los personajes lleguen y salgan de ellas con un bagage que incrementa exponencialmente las virtudes de la serie. Secundarios que podrían suponerse como mero bulto de acompañamiento y mera carnaza para el imprevisto ataque zombi de turno, arrancan a dentelladas el cariño y compasión del lector, haciendo que su pérdida, a priori, poco llamativa, devenga en un auténtico encogimiento del corazón. No contento con avivar más todavía nuestra irremediable conexión emocional con los personajes, Kirkman intercala estos insertos y la acción con un ensamblaje milimétrico para este volumen, gracias a una acumulación de tensión in crescendo, cuyo estallido narrativo visual culmina - durante seis páginas en silencio - en una de las escenas más potentes de toda la saga. Un número que supone la quintaesencia de la calidad manifiesta de LOS MUERTOS VIVIENTES y que la ratifica como una obra referencial dentro del cómic contemporáneo.
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