La memorable serie de HBO "Carnivale", para la cual su creador habría planificado 6 temporadas divididas en 3 segmentos de dos temporadas cada uno, quedó en un impresionante díptico que pese a todo se cuenta entre lo mejor de la televisión moderna.
CARNIVALE de Daniel Knauf: ****1/2
No solo se trata de una serie soberbia en todos sus apartados técnicos y artísticos, sino que ambicionaba unas cotas de reverberación poética, literaria y audiovisual tan excelsas que sus propios objetivos la hicieron inalcanzable. La primera temporada con Ronald D. Moore ("Battlestar Galactica") como showrunner acompañante prepara el terreno con calma y aplomo, tanto en la presentación de personajes como en ofrecer una panorámica sobre la época y el terreno en el que estos se mueven. Quizás la parsimonia sea excesiva para los que busquen un producto de consumo más digestivo, puesto que el elemento onírico y las metáforas visuales hacen pronto su aparición (ciertos paralelismos tanto en significantes como en atmósfera con "Twin Peaks" de David Lynch son evidentes), haciendo del conflicto entre los dos avatares del bien y el mal el foco de atención en el largo recorrido de las dos temporadas. Pero la serie no se limita a confrontar una dualidad evidente (bien/mal, destino/libre albedrío), sino que retuerce el camino para exponer que ambos lados del conflicto tendrán que sufrir sus propios calvarios para alcanzar sus objetivos.
Los actores son fundamentales para aportar credibilidad al drama fantástico que se expone en ocasiones de forma poco evidente. Los avatares son la punta de lanza que se inclina en cuanto a calidad en favor del mal gracias al inmenso carisma de Clancy Brown como el hermano Justin, un personaje para los anales del medio. Nick Stahl compone un estoico y sufrido Ben Hawkins que no alcanza la maestría actoral de su oponente frente a las cámaras. Pero el elenco da para mucho más de sí, con excelentes trabajos de Adrienne Barbeau, Tim DeKay, Clea DuVall, Patrick Dauchau, Robert Knepper, John Carroll Lynch o Ralph Waite, aunque brillan sobremanera Amy Madigan y Michael J. Anderson (haciendo un guiño directo de nuevo a "Twin Peaks"). Igualmente destacan la soberbia fotografía, la música de Jeff Beal y la sobria pero potente dirección de Rodrigo García junto a varios de los mejores directores de la televisión moderna como Jeremy Podeswa, Jack Bender, Alan Taylor o Tim Hunter, incluyendo además realizadores invitados como Peter Medak ("El final de la escalera").
La tensión acumulativa, los misterios diseminados a los que se va dando espacio y conexión, así como las reflexiones morales y éticas junto a las sorpresas y giros de guión (que nunca son tramposos o gratuitos), suman un compendio de maestría en los libretos que pueden llegar a resultar ocasionalmente densos y poco explicativos si tenemos en cuenta la media en televisión. Pero una vez superadas las barreras iniciales, el visionado se convierte en un deleite audiovisual de gran calado e intensidad que empuja al espectador de forma inevitable. Daniel Knauf intentó por todos los medios continuar la serie, pero sus elevados costes y limitada audiencia se lo impidieron. HBO -en un acto de buena voluntad y deferencia creativa- le ofreció la posibilidad de cerrar el show con un episodio/película de dos horas, pero el guionista consideró imposible abarcar lo que habrían sido las 40 horas de serie restantes (en 4 temporadas) en tan solo dos. "Carnivale" termina con un final abierto, pero al menos concluye buena parte de sus propuestas iniciales, dejando a la imaginación de su creador -y espectadores- las enormes posibilidades que sembró a lo largo de dos temporadas magistrales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario