Como en la maravillosa novela de Robert A. Heinlein y un poco también con el sentir de Otto a la inversa, aquella tarde, en un trayecto corto en coche, con el atardecer anaranjado de Guadalajara cayendo lentamente y con una vibrante música de fondo que te haría saltar de energía y emoción, soñé una vida entera en Lisboa. Con mi madre.
Una vida en Lisboa
En ningún sitio en particular, aunque Chiado sea mi perdición. Ni siquiera en el centro, puede incluso que ni siquiera en la propia Lisboa. Quizás en Sintra un casa rural, o un terreno para perros a las afueras de Estoril, quizás tan solo el olvido en el borde atlántico de Cascais. Con Frodo corriendo cada tarde por las orillas del mar. Imaginé una vida entera llena de posibilidades. Y todas me hacían sentir bien. Con ella a mi lado siempre es así.
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