Tv: Doctor Who Temporada 2 (2006)

Hoy toca reseña/comentario/crítica de la segunda temporada (del reinicio) de DOCTOR WHO. En el último capítulo de la primera temporada el exceso heroico del Doctor le costaba un oportuno cambio de rostro que daba paso a, quizás, la encarnación que más ha marcado al personaje en esta última etapa.

DOCTOR WHO TEMPORADA 2 de Russell T. Davies: ***1/4

El tono liviano y arrojadizo se mantiene inmutable, pero con esta segunda ronda de aventuras espacio-temporales se amplifican las posibilidades narrativas de los universos en paralelo con el objetivo de sellar el destino final de Rose Tyler (Billie Piper), la acompañante del Doctor desde la temporada previa. De este modo no solo se preparan y unen elementos previos (como las referencias constantes a "Bad Wolf") sino que se explotan al máximo ideas que la serie americana FRINGE usaría como base temática de gran parte de su repertorio, incluídas concretas ideas visuales como los zepelines retrofuturistas en la ciudad alternativa o el intercambio de homólogos dimensionales. El nuevo Doctor, David Tennant, resulta tan convincente e histriónico como el previo Christopher Eccleston, pero con una presencia más desgarbada y despreocupada, más naif si cabe y por ello más entrañable.

Igualmente el paseo por ciertos momentos históricos británicos destacados hace que los protagonistas conozcan en uno de ellos a la reina Victoria, responsable de la creación del Instituto Torchwood y spin-off de DOCTOR WHO que irá haciendo aparición intermitente a lo largo de esta temporada hasta su culminación en el cierre de doble episodio final. Aunque no será la única dupla destacada de esta ronda, ya que un viaje al borde de un agujero negro llevará a los personajes a vivir una siniestra aventura muy cercana en intenciones y propuestas a la que vimos en HORIZONTE FINAL, aquella rescatable cinta de Paul W.S. Anderson. Todos los elementos vuelven a funcionar en esta segunda temporada tan bien o mejor que en la primera, retomando a Daleks, Cybermen y monstruos variados, haciendo de la complicidad deleite y del esperpento estrambótico auténtica diversión.