Hoy comentario/crítica/reseña de EL PLAYBOY de Chester Brown. La editorial De Ponent lleva una temporada de liquidación. Algo estupendo para el aficionado al cómic, pues permite adquirir joyas como "Caída de bici" o "El solar de los sueños" por un precio ridículo. Y por supuesto también aventurarse con títulos a priori desconocidos, pero que pueden suponer agradabilísimas sorpresas, dado el renombre de sus autores, como "La gran revelación" de Tatsumi, "Salvatore" de De Crecy ó este "Playboy" del insigne Chester Brown.
EL PLAYBOY de Chester Brown: ***
Evidentemente son sorpresas para los que no conocemos a dichos autores, ya que los expertos y los corredores de fondo sabrán de sobra del talento de dichos autores y de la calidad individual de sus obras. Pero; ¡ay bendita ignorancia!, esto también supone la falta de prejuicios y el disfrute desde la tabula rasa del recién (re)iniciado. Chester Brown me llega con la fama de ser el autor de "Nunca me has gustado" (aun no he tenido el placer) y perteneciente a la ristra de dibujantes post-underground que se centran en lo autobiográfico como modo de profundización en los temas y obsesiones que se esfuerzan en desnudar ante sus posibles lectores. Una vertiente que de no asimilarse en el orden correcto de lectura y con cierto filtro selectivo puede llevar a empacho y a cierta displicencia hacia el sub-género, viéndose como que cualquier gafapasta con ínfulas autorales y sin talento para el dibujo puede garabatear unos monigotes y hacer pasar sus manchurrones por una "novela gráfica" doliente y sentida sobre las frustraciones y traumas de su vida con fuerte carga dramática y alguna pincelada de humor.
Ejemplos a patadas, más todavía actualmente; "Parecer es mentir", "Sofía y el negro", "Fun home", "Las dos vidas de Andrés Rabadán", "Miguel, 15 años en la calle" o la propia "Epiléptico", ejemplo de la máxima aspiración de esta vertiente expresiva. Decidir la honestidad de cada obra es cuestión de cada uno. De este modo, la lectura de "El playboy" se me antoja sólida, consecuente con su intención de análisis sobre la influencia de la pornografía en la vida futura de un adolescente apocado y aunque el anecdotario de aventurillas con las revistas les resultará común a muchos (curiosamente no puedo decir que coleccionar revistas de tías en tetas me haya atraído nunca, pero puedo compartir el sentimiento desde el cual describe sus miedos e inseguridades hacia el sexo...como todos un poco, supongo), la lectura no me acaba de enganchar del todo hasta que llega la reflexión que abiertamente realiza Brown en la segunda parte del tebeo y que compensa el exceso de didactismo narrativo de la primera, donde la abundancia de datos y detalles históricos denota un subrayado traumático quizás un tanto afectado ("4 de Septiembre de 1976, son las 3:33 llego en bici a casa, está nublado, un cuervo grazna y creo que me mira y me juzga mientras llevo la revista a bla, bla, bla...").
Así pues, un cómic sincero, divertido e interesante, cuyo dibujo de trazo sencillo y caricaturizante aporta sentido al localismo de la propia historia que narra y sin resultar especialmente atractivo a la vista cumple con su objetivo. Pero también he de ser honesto, tras ojearlo la primera vez, ver su precio originario (15e) y sin saber quien era Chester Brown, lo dejé donde estaba sin miramientos. Ahora a 4e (encontrable en tiendas como ELEKTRA o ATLANTICA en la zona comiquera de Noviciado en Madrid - gracias Susana) y con alguna referencia más, no lo he dudado, pues me ha supuesto el conocer a un autor muy interesante, aunque he de reconocer que el precio ha sido el factor determinante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario