miércoles, 29 de septiembre de 2010

Cómic: Los Náufragos del Tiempo 4

Hoy reseña/crítica/comentario de LOS NÁUFRAGOS DEL TIEMPO VOLUMEN 4. Paul Gillon alcanza con los dos albumes que configuran el 4º tomo de Glenat para la saga espacial el que es para mí su momento cumbre, con un despliegue gráfico y de inventiva insuperables.

LOS NAUFRAGOS DEL TIEMPO 4 de Paul Gillon: ****

Se tiende a pensar que la salida de Forest fue en detrimento de la serie, pero bajo mi parecer, Gillon aprendió bien la lección y consciente de que no debía, ni querría probablemente cambiar por completo el tono de sus personajes y de una aventura arrojadiza y aparentemente irreflexiva (el protagonista cambia de predilección en sus compañías femeninas nocturnas como quien se cambia de zapatos y no duda en lanzarse a salvar a una u otra según sopla el viento), modela las formas y soluciones narrativas durante las dos entregas previas, que son al tiempo reiteración y reinvención de la estructura inicial de Forest, hasta poseer la confianza suficiente como para alcanzar la creación plena, que creo acontece realmente en "El sello de Beselek". Así pues los náufragos vuelven de su aventura en el mundo del Tapir, y Gillon coge impulso para comenzar el que será el viaje más espectacular e interesante de Chris y sus seguidores, tanto por la evolución que estos irán sufriendo a lo largo del mismo, como por la imaginación desatada del autor a la hora de describir el asombroso "Archipiélago de Orkand", un delirio visual que se cuenta entre lo mejor del cómic de género fantástico de la bande dessine.

Para empezar, su planificación se vuelve más fluida y directa; en tan solo tres viñetas iniciales introductorias recapitula la saga al completo el que será, por primera vez, un co-protagonista de peso y con voz autónoma en el devenir del viaje, el mayor Lisdal. Acto seguido la trama da un vuelco y el nuevo villano Karlain empuja al grupo a su gran aventura, la búsqueda de un modo de escapar de esa zona renegada a la que han llegado, recorriendo varios mundos que conviven en simbiótica conjunción de alucinantes propuestas visuales. Será aquí donde Gillon deslumbre por completo con la migración interplanetaria entre amebas flotantes, el vuelo a lomos de mantis religiosas gigantes o la gran aparición de la nave satelizada "Kerberis". El sentido aventurero del autor nos lleva a un viaje cargado de peligros, pero repleto de dinamismo a lo largo de un álbum en el que da tiempo a recorrer un bellísimo desierto multicolor, un océano oleaginoso y mortal, una tundra de nieve con propiedades asombrosas y conocer a criaturas sucesivamente más estrambóticas.

Además, Chris acusará por momentos considerables descensos de su ego, siendo herido gravemente al principio del primer episodio o causando con su irreflexiva actitud la aparente muerte de Lisdal en el segundo y podrá descubrir como su presencia en el archipiélago no es la que motive el desencadenante de la aventura. Será Beryl Rosemayor, la ambiciosa enviada del gobierno central la que pugnará con Karlain por el título de malvada, siendo el interés de ambos por gobernar la zona donde han caído, el núcleo temático de Gillon a la hora de reflexionar sobre el fanatismo religioso, el empleo de las creencias como método de control de los pueblos y más adelante en el álbum "Ortomentas", sobre la inactividad y desidia de los gobernantes. También el resto de personajes evolucionaran hacia una madurez plena, desde la aceptación de Mara hacia los sentimientos de Chris (de adolescente patológicamente celosa pasa a resignada amante en la sombra), hasta Lisdal, que experimentará los placeres carnales al abandonar momentáneamente su rigidez militar, para alzarse finalmente con el protagonismo del éxito de la confrontación final.

También se amplía el abanico de compañías, destacando al penetrante telépata capaz de "ver" el interior de los seres y que busca la soledad continuamente por ello (pesimista forma de expresar lo que son las personas en realidad y lo que ocultamos frente a lo que mostramos, aspecto en el que Valerie reincidirá de modo lacerante; "cada rostro es una máscara") y a la nueva aportación femenina, Elodie, que será crucial en la aventura final de los náufragos en el quinto tomo y reflejo del desvergonzado entusiasmo combativo estudiantil francés de la época de creación de "Ortomentas". De este modo variando las formas (se alternan con fluidez páginas llenas de textos explicativos cuando son pertinentes con otras mudas que narran por sí solas de forma brillante), pero manteniendo el fondo (el sentido aventurero es ejemplar a lo largo de los dos albumes) Gillon consigue en este volumen, a mi juicio, el ciclo más apasionante y rico de LOS NAUFRAGOS DEL TIEMPO.

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