ETERNIDAD de Manuel García Iglesias, basado en un relato de Ricardo Menéndez Salmón. Editado por Cartem Cómics.
No abundan trabajos como “Eternidad” en el panorama editorial de nuestro país. Obras centradas en la pura creación artística, ajenas a modas, corrientes comerciales o incluso una narrativa convencional. “Eternidad” podría etiquetarse como un drama bélico, pero eso sería simplificar su intención y alcance. También se puede describir como un hermoso y doliente relato pintado que mezcla estilos y bucea en la poesía visual y el simbolismo, pero esto tampoco acabaría de captar todos los elementos que la creación ofrece. Por lo tanto este es un cómic que contiene todo lo mencionado pero es más que la suma de sus partes.
La trama desarrolla la visualización, desde distintos niveles de exposición, de los recuerdos de un soldado español de la división azul que sirvió durante la segunda guerra mundial a las órdenes de un fascinante teniente alemán. Un carácter que personifica el zeitgeist de una Alemania capaz del horror y la esperanza, de la luz y la oscuridad, representado por las interpretaciones musicales del cuarteto de cuerda que forman varios soldados, alrededor de las cuales se arremolinan los caballos de la compañía en una poética imagen a modo de paréntesis de belleza en medio de una guerra abrumadora y salvaje.
La acción se sitúa en las invernales tierras rusas de Stalingrado, ofreciendo el autor un recital pictórico en su plasmación del frío y de la inmensidad. Para ello acude a tonos ocres y líneas desdibujadas cuando la acción toma el primer plano, como reflejo pesadillesco y deshumanizado del conflicto bélico. Pero cuando la interacción de los hombres con los caballos se materializa lejos de las batallas, los perfiles son mucho más nítidos y la calidez es palpable. Así como las secuencias del presente, detalladas a todo color y de forma casi fotográfica, ofreciendo de este modo un claro contraste con los recuerdos del soldado, difuminados pero dicotómicos del pasado.
Nos encontramos ante una lectura pausada, cargada de fuerza pero también de abstracción. Su, inevitablemente, trágico final deja un poso amargo y reflexivo tras cerrarse el álbum de forma circular. Es por ello que la lectura de “Eternidad” no sea un plato para todos los gustos. Apenas tiene cartuchos de texto, las elipsis y las metáforas visuales son sutiles y poco explicativas, y el ritmo es cadencioso. Sin embargo de trata de un viaje único.
El relato de Ricardo Menéndez Salmón de mismo título, “Eternidad”, publicado en “Los caballos azules” (2005), obtuvo el premio de la Crítica de Asturias y el Internacional de Cuentos Juan Rulfo. En cuanto a la edición de Cartem, ejemplifica el cuidado y la calidad excelente que la editorial suele exhibir en todos sus productos; tapa dura de tamaño 29,7x21cm y 64 páginas, con papel de elevado gramaje y excelente reproducción del color (algo imprescindible para este trabajo).
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