domingo, 5 de junio de 2011

BSO: Christopher Young (I)

Con su reciente aportación al blockbuster de turno con un trabajo más que digno para los tiempos que corren; la pirotécnica PRIEST, el autor del que recupero aligeradas varias reseñas de algunos de sus trabajos de los últimos años, es sin duda alguna el maestro de la banda sonora de terror.

THE GRUDGE de Christopher Young: ***1/2

Arriesgado y creativo como pocos en lo que a las más diversas formas de sugerir o mostrar abiertamente el terror se refiere, Young ha conseguido superar con creces, y en todas las vertientes imaginables, a sus compañeros de generación y a todos los autores posteriores que han seguido la estela por el impuesta aunque siempre a su sombra. Desde el ambiente malsano e hipnótico de la mítica partitura para “Hellraiser”, su operística continuación con “Hellbound”, la sinuosa agresividad romántica de “Copycat”, el trepidante dinamismo de “Leyenda urbana”, los sutiles susurros de “Premonición” o el más puro horror de “El exorcismo de Emily Rose”, todas y cada una de sus variantes han dado claves de un genio inagotable en este campo, de un filón que no parece agotarse dado su renovado brío en cada nuevo proyecto (“Jennifer 8”, “La mitad oscura”, “La bendición”) en el que se embarca con el miedo como telón de fondo.

Estructurado el excelente disco editado por Varèse en ocho pistas con el título genérico de “Ju-On” y con una audición continua de las mismas, Young explora y amplia terrenos conocidos en su tema central melódico e inquietante que hace su aparición en el primer corte tras la etérea introducción del susurro de una voz solista femenina acompañada de cuerda y un perfecto acompañamiento electrónico. Este leitmotiv asociado al misterio que envuelve la casa donde va a suceder gran parte de la trama, volverá a aparecer de forma puntual en algún otro breve momento, pero apenas lo usa y prefiere inclinarse por la creación de otros motivos y elementos tanto o más efectivos que éste. Asimismo se hace uso de una orquestación precisa y excelente incluyendo campanas, celesta y por supuesto una brutal sección de cuerda, que ejecuta ya desde el principio, en su segundo corte, una salvaje intervención de los violines declarando abiertamente su referencia a Penderecki en esta partitura, autor clave para entender esta creación y gran parte de la música de Young para el género, pues se ha visto influenciado directamente por este capital compositor, así como por otros como Lutoslavski o Ligeti, tal y como ha declarado en alguna ocasión.

Un misterioso motivo desarrollado en el corte cinco, a caballo entre el ritmo de un vals siniestro y una melodía de caja de música, ofrece el sello característico de su autor, para continuar con un lánguido motivo para piano en la pista seis, violentamente interrumpido de nuevo por un estallido de la sección de cuerda, la cual tomará el protagonismo absoluto en el siguiente corte, el auténtico momento cumbre del score, un pasaje brutal de más de doce minutos y medio de continua evolución. Este extenso fragmento acompaña toda la resolución de la trama y progresivamente va atenazando al oyente hasta alcanzar un grado de tensión y terror salvaje, con ostinatos, golpeo de los arcos, crueles pizzicatos o literales chillidos de los violines y los cellos. Un corte que ejemplifica el poder de la música de cine en su estado de expresión más puro y sin concesiones. Arida, disonante y directa, esta pieza se incrustará en la memoria del aficionado que guste de platos musicales fuertes y sin complejos de ningún tipo; un viaje hacia la contundencia más absoluta. En este mismo terreno el autor solo se ha superado a sí mismo con la excepcional “El exorcismo de Emily Rose”, una de sus creaciones maestras y quizás su mejor trabajo para el terror, una banda sonora que por la dureza (al igual en parte que este THE GRUDGE) de su audición pueda resultar difícil de asimilar pero que gana en grandeza con cada nueva escucha.

Para cerrar de forma circular el disco, Young recupera el tema central en la pista ocho plenamente desarrollado, continuando con un liberador momento para piano marca de la casa, sosegante y casi esperanzador, pero que enseguida se oscurece con la aparición de la fantasmagórica voz femenina del inicio que nos advierte que nada se ha resuelto. Un punto y final sugerente y magnífico para un trabajo estupendo, que si bien no carece de inevitables golpes de efecto en ciertas secciones, el excelente pulso que mantiene en todo momento y el memorable recorrido del corte siete lo hacen acreedor de una recomendación plena.

Puedes leer la reseña original completa en Scoremagacine.

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