martes, 23 de noviembre de 2010

Cómic: Salvador Sanz

Hoy reseña/comentario/crítica de LEGIÓN y MIGRADOR NOCTURNO de Salvador Sanz. Comentaba con motivo de la entrada dedicada a Diego Agrimbau, que el tebeo argentino contemporáneo cuenta con un buen puñado de artistas de primera división. 

Si el mencionado guionista lo es en su terreno, Salvador Sanz que hoy me ocupa lo es como autor integral aunque todavía denote cierta falta de aplomo a la hora de plasmar estructuralmente sus atractivos planteamientos.

LEGION: ***1/4
En esta su primera obra por mí conocida, Sanz aborda el terror en su versión más directa y al tiempo inteligente, mezclando referencias de modo soberbio y dando por resultado una coctelera visualmente explosiva. Desde Lovecraft a Hellraiser, pasando del suspense fantástico inicial- con ecos a EL ETERNAUTA nada menos - al relato apocalíptico con Giger o Moebius como referencias puntuales, el derroche artístico del autor resulta impresionante, tanto en el empleo del color como en la composición de las páginas y la impecable resolución de cada viñeta. Pero la brevedad de su contenido (apenas 60 páginas) y el frenetismo de su puesta en escena hacen parecer la trama - que parte de una premisa sobre el arte absolutamente genial - algo atropellada, cuando en realidad lo que necesitaba era más tiempo (y espacio) para desarrollarla plenamente. Un aspecto que limita tan solo parcialmente sus muchos logros.

MIGRADOR NOCTURNO: ***1/2
Aprendidos los errores anteriores, Sanz se muestra en esta obra tan solvente a nivel gráfico como en la anterior, pero con más seguridad en el terreno literario, dando tiempo a la trama para hilvanarse de modo más interesante y complejo. Tanto que en algún momento parece dispersarse demasiado, cosa que no tarda en corregir con una recta final emocionante y espectacular. De nuevo acude el autor a la mixtura genérica fantástica, donde lo terrorífico y lo místico se dan la mano sin estridencias, con referencias visuales al imaginario japonés en esta ocasión, destacando a Miyazaki en lo orgánico y a Otomo en lo grandioso, e incluso al universo Matrix por momentos, configurando una propuesta de enorme imaginación cargada de metafóricos apuntes cronenbergianos, que quizás - otra vez un único pero destacable en lo concerniente al guión - no logra ensamblar todas sus brillantes ideas con una fluidez a la altura de las mismas y su portentosa ilustración. Con todo, un comic extraño y fascinante que empuja a releerlo una y otra vez.

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