Y comienza el descenso de calidad. Así de un plumazo, al que hay que ponerle matices y salvedades, se puede tildar la estupenda revisión del personaje a partir de ahora, evidenciándose desde este número en adelante que lo mejor de SHADE ya ha pasado.
SHADE VOLUMEN 9 de Milligan, Bachalo, Dillon y Gross: ***1/2
Cuando digo descenso de calidad este ha de entenderse como la falta de chispa y genialidad precedente en la concatenación de ideas a cada cual más esperpéntica o delirante, que no obstante el guionista conseguía hilar con éxito y sorpresa continua frente a un alucinado lector apabullado por las referencias, crítica, reflexión y exploración de conceptos como la sempiterna identidad, los recuerdos o el propio lenguaje narrativo del cómic. En este número Milligan reinicia la saga alargando la mano hacia un cliché recurrente en cuanto a posibilidades para con la reencarnación del protagonista, pero poco inspirado en relación a la ristra de locuras expuestas con similares intenciones con anterioridad. Partiendo de esta idea todo lo venidero sabe ya a menos y peor cocinado, pese a que el devenir de los personajes no se apee en ningún momento de la acción adictiva o las situaciones complejas progresivamente más tétricas y malsanas. Pero es en la reiteración de clichés ya manejados por el guionista (otro asesino en serie hace aparición en el futuro "Hotel Shade") donde la trama pierde fuerza y originalidad de planteamientos. No obstante el aplomo narrativo de Milligan se sostiene gracias a su saber hacer y el más que correcto trabajo alternado de Glyn Dillon y Peter Gross, que junto a la continuidad que Bachalo ofrece a la serie se consigue que la homogeneidad del nuevo ciclo comenzado posea la suficiente fuerza y entidad -seguiremos encontrando muy buenas ideas tanto visuales como narrativas a lo largo del volumen- como para mantener alto el interés en la serie.
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