viernes, 22 de julio de 2016

Un largo y cálido verano...

A falta de críticas o reseñas buenas son tortas. Y esto quiere decir divagar un poco sobre las pequeñeces de pasar un verano en la ciudad mientras se suceden los periodos vacacionales ajenos a la espera de los propios.

UN LARGO Y CÁLIDO VERANO...

Siempre que llega otro periodo estival se me vienen a la cabeza los lugares de Madrid que aun no conozco, los sitios que no he visitado, los barrios que no he pisado, o los bares a los que no he entrado. Y me propongo como mínimo tachar alguno de ellos de mi lista mental, siempre imprecisa y en aumento. Querer a esta ciudad no solo no va reñido con no conocerla en profundidad, sino que el tener siempre algo que conocer de ella es uno de los motivos de quererla. No obstante y habiendo tanto de Madrid pendiente en mi lista, sería absurdo no descubrir algo nuevo. Aunque sea por casualidad. Y así ha sido hoy cuando paseando desde el metro de Acacias hasta la glorieta de Embajadores he cruzado por la calle Peñuelas. Una calle que repleta de árboles en ambas aceras me ha recordado a las carreteras de Asturias cubiertas por completo de ramas y hojas de los árboles que con un caos ordenado se agolpan para dar sombra al camino.

Prometo volver y recorrerla de principio a fin.

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