miércoles, 4 de diciembre de 2013

Cómic: Chew (Volúmenes 1 a 6)

Hoy comentario/crítica/reseña de los primeros seis volúmenes de CHEW de John Layman y Rob Guillory. Gracias a un préstamo del DOKTOR FREAK he podido disfrutar de la lectura continua de esta excéntrica y exitosa saga que acaba de publicar Planeta en nuestro país su volumen séptimo. ¡Gracias Doktor!

CHEW (VOLÚMENES 1 a 6) de John Layman y Rob Guillory: ***1/2

Lo primero es puntualizar que me parecía innecesario comentar a estas alturas la serie (en el momento de escribir estas palabras CHEW suma 37 entregas en los USA y tres formatos de edición, lo cual da idea de su éxito allí) tomo por tomo, dado que su recorrido ha alcanzado el ecuador previsto por sus creadores en su edición en castellano y pocos halagos podrían verse como diferenciadores entre un volumen y el siguiente en caso de haberlos comentado de ese modo. Así pues, CHEW propone una idea que partiendo de base harto repetida subvierte los esquemas convencionales del género policíaco en distopía galopante gracias a la imaginación de su guionista John Layman

El protagonista, Tony Chu, es un agente de la ley con un extraño don, es cibópata. Es decir puede "masticar" los recuerdos impresos en cualquier cosa a la que hinque el diente. Lo cual le ofrece infinitas posibilidades al personaje a la hora de embarcarlo en mil y un líos de carácter conspiranoico. Más todavía con una plétora de personajes igual de poco originales pero tan bien resueltos como el suyo; un mentor que le traiciona, un compañero tarambana, hija adolescente díscola, numerosa familia disfuncional, una nueva novia que es saboescribana (es decir que puede transmitir con su escritura los sabores con tanta nitidez como experimentarlos en la realidad) y muchos más.

Con este punto de partida en un mundo post pandemia de gripe aviar letal y con la prohibición del pollo como origen de una nueva institución gubernamental, la FDA de la que Tony pronto forma parte, Layman presenta en un número inicial ("Al gusto del consumidor") un tanto disperso y desconcertante, pero siempre divertido, a los personajes centrales del relato. Y no se achanta a la hora de esparcir ideas sin cesar, ya sean tan estas descabelladas -aunque progresivamente más cohesionadas y retroalimentadas en subsiguiente números- como ninjas, astrónomos pervertidos, vampiros y organizaciones radicales disfrazadas de tópicos franceses en movimiento.

Si la lectura de este primer volumen puede parecer algo heterogénea, su continuación ("Gusto internacional") redime cualquier atisbo de duda que asome en el relato. Es cierto que hay que dejarse llevar por el ocasional desmadre cómico que llega a comerse la plausibilidad de la narración, pero incluso en estos momentos todo obedece a una lógica interna irrefutable que en este caso propone un salto sin red interplanetario tan arriesgado como atractivo, dando cuenta de que las miras del equipo creativo no tienen límites. Introducen dos elementos a cada cual más brillante; una planta extraterrestre con sabor a pollo y un gallo de pelea llamado homónimamente Poyo. 

De estos dos caracteres Layman sacará oro puro en siguientes números, añadiendo en la tercera entrega ("Solo postres") el gran macguffin de la saga con la escritura alienígena suspendida sobre la atmósfera de la tierra. Es en este bloque donde la alternancia de flashbacks, narración en paralelo y vertiginosa puesta en escena de Rob Guillory brilla con mayor fuerza, habiendo sido su labor impecable desde el comienzo. Su trazo caricaturesco con aires de cartoon a lo Kyle Baker en la expresividad gestual de los personajes y quizás un poco de Carlos Vermut en su asimétrico trazado de gran dinamismo y personalidad se me descubre como un talento natural del dibujo.

En el cuarto recopilatorio ("Flambeado") la prohibición del pollo ya no parece tan importante gracias al mensaje en el cielo y Poyo demostrará otra vez su condición de "animal de destrucción masiva". Problemas en un instituto, la aparición de la hermana del protagonista con un rol de gran relevancia futura así como el reclutamiento forzoso de su hija hacen que los Chu no tengan un minuto de descanso dentro del plan trazado por Layman, cada vez más adictivo. El quinto ("Mayor League") introduce la degradación de Tony a agente de tráfico y su posterior secuestro por parte del ex-novio de su pareja con rocambolescas aspiraciones literarias así como el entrenamiento de Olive, su hija.

Este recorrido de mal en peor para el personaje central alcanza en el sexto volumen ("Pasteles espaciales"), editado -como el resto de la saga- escueta pero asequiblemente por Planeta, un impasse en la saga en el que Tony malherido tras su secuestro es apartado de la acción y su hermana, capaz de ver el futuro, toma las riendas de la serie con un sorprendente final. Añadiendo a esto la inclusión de un capítulo especial dedicado a Poyo, CHEW consolida con en este volumen -que abarca hasta el número 30, la mitad de los inicialmente previstos por sus creadores- el status de serie referencial en el panorama comiquero internacional. Ya sea por su frescura a la hora de abordar las tramas detectivescas, su desparpajo narrativo, la convicción del guionista en el tratamiento de personajes, su carismático dibujo o la tremenda diversión adictiva que genera, amen de un humor chispeante, ácido, negro, grotesco e incluso escatológico en ocasiones, o más bien por la suma de todos estos atributos CHEW es una serie que debes conocer. Absolutamente recomendable.

2 comentarios:

  1. ES UNA SERIE QUE RESULTA REFRESCANTE, DIVERTIDA Y PSICODÉLICA, SENCILLAMENTE UN CÓMIC GENIAL.

    MUCHAS GRACIAS POR LA MENCIÓN Y LA DEDICATORIA ;)

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  2. De nada, ya sabes que tendrás que dejarme el número 7 en cuanto lo hayas devorado, no? ;-)

    Saludos en paralelo.

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