lunes, 13 de diciembre de 2010

Cómic: Área 10

Editada es su lujosa colección "Noir" por Panini, esta historia detectivesca de tintes terroríficos, pseudo-científicos y algunos incluso fantásticos, resulta tan curiosa a priori como inocua en su resultado final.

ÁREA 10 de Christos N. Gage y Chris Samnee: **1/4

Guionista proveniente del mundo de la televisión (NUMBERS o LEY Y ORDEN), Gage presenta una típica historia y un protagonista al uso, dentro del universo policiaco newyorkino mil veces visto, pero le añade el toque de la alteración perceptiva del protagonista con una forzada trepanación cerebral al inicio del tebeo. Este interesante punto de partida se ve ensamblado dentro de una trama de búsqueda y persecución de "serial killer", que pese a jugar bien sus bazas, apenas sorprende ni aporta nada nuevo a las docenas de aportaciones previas que todos conocemos en cine o tv. Así la trama deviene en la resolución de un puzzle un tanto manido que no evita ni la forzada relación romántica, ni las pistas falsas con las que poner en el ojo del huracán al protagonista, para acto seguido exculparle con la sorprendente aparición de etc... Con todo, la madeja se enreda y desenvuelve con fluidez, hasta alcanzar un climax destacable de impactante resolución, aunque el peso de los conceptos temáticos específicos más interesantes de la obra (la modificación de la percepción humana, el empleo de ese sexto sentido y con su uso la expansión de la conciencia) se desinflan progresivamente, resultando apenas la excusa argumental de la investigación policial y de los motivos del asesino.

El dibujo en blanco y negro de Samnee, resulta eficaz, directo y muy cinematográfico. De acertada planificación y dinámica narrativa, consigue que el cliché imperante de sus personajes no desvie la atención demasiado y su puesta en escena avance con agilidad, sin dar tiempo a destapar la gran debilidad de la obra; que parte de una idea interesante dentro de un conjunto prototípico hasta llegar a una conclusión inexistente. Para entretenerse pero sin pedirle peras al olmo.

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