Más de lo mismo, es el slogan que fácilmente podría promocionar esta segunda temporada de la serie émula de Expediente X, que lejos de aportar algo nuevo, repite esquemas y apenas insufla nuevos elementos de interés a lo ya visto.
FRINGE TEMPORADA 2 de Abrams, Kurtzman y Orci: **1/2
Si el final de la primera, con la simpática premisa de los universos paralelos expuesta con sorprendentes consecuencias, hacía suponer (quizás desear sea más preciso) una mayor definición de las líneas centrales expuestas a lo largo del segmento siguiente, por desgracia los responsables vuelven a caer en la reiteración de los elementos previos punto por punto. Se atiborra al espectador de un montón de episodios autoconclusivos donde invariablemente los protagonistas se enfrentan a misterios y amenazas calcadas la una de la otra (virus, entidades extrañas, más virus, etc...) hasta alcanzar el límite de lo tolerable, con la única excusa de ir añadiendo en ellas minúsculas pinceladas de continuidad, como la aparición del terapeuta o los cambiantes.
Con todo, el secreto a voces del origen de Peter se mantiene y alarga innecesariamente, y la premisa de la colisión de universos tarda mucho en llegar y desarrollarse, pese a que se intercalen ocasionalmente episodios magníficos, que no hacen sino demostrar que la serie en realidad podría ser infinitamente mejor, más sólida y cohesionada, de reducir notablemente el número de sus muchos capítulos y centrarse en las ideas interesantes, en los personajes y su interactuación emocional. Destacan tres de ellos por encima del resto; "August" por la hermosa reflexión que propone trasladada al punto de vista de los observadores, "Brown Betty" por la extravagancia - tampoco muy original todo sea dicho - de realizar un episodio previo al final que sea un paréntesis conceptual y formal de tipo "musical-noir" y sobre todo "White Tulip", un soberbio ejercicio narrativo que supone el equivalente para FRINGE a lo que "La Constante" fue para LOST, con un cuidadísimo guión (de final emocionante y conmovedor) y un duelo actoral entre John Noble y Peter Weller que ralla en lo excepcional. Solo por estos tres y los que aglutinan la trama central al inicio y final de temporada, este segundo bloque de FRINGE se salva del suspenso.
La historia se reconduce en sus últimos episodios hacia un cliffhanger animoso, pero no tan sorprendente como cabría esperar, aportando de nuevo un cierre-bisagra ya visto, pero que puede dar juego de explotarse con inteligencia en su tercera entrega. Aunque también puede que el espectador medianamente exigente (me incluyo) acabe tirando la toalla en lugar de seguir esperando un empujón definitivo, un romper a volar en esta serie que parece no llegar nunca.