Hoy toca reseña del reciente lanzamiento de "El hombre que jodió el tiempo", un cómic de John Layman dibujado por Karl Mostert. Un relato de viajes en el tiempo con ciertas dosis de comedia.
"El hombre que jodió el tiempo" de John Layman y Karl Mostert
John Layman es el guionista responsable de “Chew”, y con esa credencial ya podríamos ponerle la etiqueta de escritor a tener en cuenta. Pero es que además, cuando ha aportado otra línea de trabajo como en “Outer Limits”, el resultado también ha sido espléndido. Por ello no parecía arriesgado lanzarse a por “El hombre que jodió el tiempo”, ya que con un solo vistazo al dibujo de Karl Mostert, cercano a la fisicidad plástica de Nick Pitarra y la expresividad de Frank Quitely, la propuesta resultaba atractiva por sí sola. Además, la idea de los viajes en el tiempo siempre es jugosa en manos capaces, aunque corre el peligro de quedar en un embrollo repleto de huecos e inconsistencias si sólo se basa en el espectáculo arrojadizo (como le pasaba a “Crononautas” de Mark Millar y Sean Murphy), cosa que en esta ocasión no ocurre, ya que Layman consigue dar una nueva vuelta de tuerca a la temática temporal sin renunciar a su sentido del humor (aunque suavizándolo), y crea un relato compacto de cinco números que se devoran y no se construyen únicamente en base al cliffhanger, sino a la inteligencia del recorrido y a un juego de expectativas bien suministradas y mejor resueltas. Los personajes, en especial el protagonista, son creíbles, humanos, falibles y no actúan como idiotas irresponsables dada la posible magnitud de las repercusiones de sus actos. Un valor añadido a tener en cuenta en relatos fantásticos donde se puede levantar la mano en la credibilidad de los caracteres en favor del viaje. Aquí se respetan ambas vertientes y se agradece.
Lo mismo ocurre con el dibujo de Mostert, cuya personalización de los protagonistas resulta impecable (aunque sean pocos personajes también cuida mucho los fondos y los extras), además de ofrecer una diagramación cuidada y ágil, siempre acertada en el ritmo, el encuadre y el dinamismo. Un entendimiento en lo narrativo que pone el broche a un cómic de lo más agradable. No deja de ser un entretenimiento sin grandes aspiraciones, que sin embargo trata al lector con respeto y ofrece una lectura de lo más satisfactoria.